España no cuenta actualmente con ningún parque eólico marino. Pero la intención del Ministerio de Transición Ecológica es que en el año 2030 haya hasta 3 gigavatios de potencia instalada, que servirían para suministrar electricidad a unos tres millones de viviendas. El desarrollo de esta nueva fuente de energía renovable ha levantado a los pescadores del Cantábrico. Temen que los molinos de viento perjudiquen a los ricos caladeros que dan sustento de manera directa a 12.000 familias y comprometan los ecosistemas marinos.
En Galicia, Iberdrola ya ha anunciado su intención de construir dos parques eólicos al oeste y este del Cabo Ortegal: el de San Brandán y el de San Cibrao. Los proyectos se encuentran aún en una fase muy inicial, pero se han encontrado con el rechazo de los pescadores. El pasado 4 de noviembre, cofradías y asociaciones de armadores desde Galicia al País Vasco firmaron el conocido como Manifiesto de Burela. En el documento aseveraron que «la instalación de energía eólica marina no es compatible con los usos existentes».
Torcuato Teixeira, portavoz del colectivo, explica que las características del Cantábrico son muy diferentes a las de otras zonas en las que la energía eólica marina es ya una realidad desde hace años. Pone como ejemplo el Mar del Norte. Allí, indica, la actividad extractiva es mucho menor. «No tiene nada que ver, en el Cantábrico faenan casi 5.000 embarcaciones», subraya. Pero además hay razones geológicas. La actividad pesquera se desarrolla en la conocida como plataforma marina, donde las aguas aún no alcanzan profundidades abisales. En esta zona, o muy cerca de ella, se instalan también los polígonos eólicos. La plataforma cántabra es mucho más pequeña que la del Mar del Norte. «En la parte más ancha tiene 35 kilómetros, mientras que prácticamente todo el Mar del Norte es una plataforma con extensiones de hasta 300 kilómetros de ancho», asevera. En su opinión, no hay sitio para la coexistencia. «Donde hay un parque eólico no se puede pescar. Hay además una serie de servidumbres legales y toda la zona del cableado, que lleva la energía para la tierra, tiene límites de 500 metros a cada lado», indica el portavoz del colectivo.
Después de que el Ministerio de Transición Ecológica presentase su Hoja de Ruta para la Implementación de la Energía Eólica Marina, los pescadores volvieron a reunirse la semana pasada en el puerto de Vega (Asturias). En el documento del Ministerio, explica Teixeira, «se ve claramente la apuesta por la eólica marina» y el sector ha querido «marcar su propia hoja de ruta para salvaguardar los ecosistemas marinos y la pesca» en el caladero del Cantábrico Noroeste. Además de buscar adhesiones políticas a su postura y de denunciar públicamente el impacto que, en su opinión, supondría la eólica marina, el colectivo ha pedido dos entrevistas con la ministra de Transición, Teresa Ribera, y el de Alimentación, Luis Planas.
Temores infundados
Ribera, que el pasado jueves visitó Galicia, se mostró dispuesta a hablar con los pescadores. La ministra consideró necesario el diálogo para ver las dificultades a resolver y los «temores que se puedan paliar y que no se corresponden con la realidad», según informó Ep. Ribera, que sí defiende la coexistencia de ambas actividades, consideró que en el Cantábrico los aerogeneradores serán probablemente flotantes. «No son estructuras fijas se podrán desplazar», argumentó.
Los firmantes del manifiesto de Burela afirman no oponerse a la descarbonización de la economía para luchar contra el cambio climático. Pero Teixeira recuerda que en el propio acuerdo de París matiza que este proceso debe realizarse «siempre que no se comprometa la producción de alimentos». El portavoz del colectivo asegura que todavía no hay estudios científicos rigurosos sobre el impacto de la eólica marina en los ecosistemas de las zonas donde lleva más tiempo funcionando. «Tenemos referencias de pescadores alemanes de que desapareció un pez plano, también de protestas de pescadores daneses o de arrastreros escoceses, pero no hay informes fehacientes para decir si eso es cierto o no», explica.
Teixeira es también el representante del Consello de Pesca en el Observatorio, que la Xunta ha creado para vigilar la implantación de la eólica marina, que cuenta además con asociación empresarial del metal, Asime. El Gobierno gallego exige que no se realice a costa de la pesca ni de los ecosistemas marinos. Creado el verano pasado y tras varias reuniones, «por ahora no hemos conseguido encontrar una zona en Galicia para que coexistan ambas actividades, concluye el portavoz..
