A Iván Redondo le gusta llevar piezas del ajedrez en su bolsillo. Es un silogismo que ha explicado en multitud de ocasiones, pero que dejó a más de uno boquiabierto cuando lo contó en su primera entrevista tras salir del Gobierno. Fue con Jordi Évole en La Sexta. El peón es el asesor (él mismo). La dama (o la reina), con todos sus movimientos, es el político. "El único punto importante del peón es que si llega a la casilla ocho puede transformarse en cualquier pieza, incluso en la dama", le dijo Redondo a Évole.
Iván Redondo (San Sebastián, 1981) nunca olvidará este 2021, porque se quedó en la casilla siete, a un solo movimiento de convertir su silogismo en realidad. Solo cometió un fallo. El ajedrez, como la política, le explicó una vez a Pablo Iglesias en La Tuerka es una sucesión de errores. Y él cometió el error de no intuir el último movimiento de Pedro Sánchez.
Redondo no supo leer la partida que jugaba el presidente del Gobierno tras la catástrofe electoral del PSOE en la Comunidad de Madrid el 4 de mayo. Sánchez necesitaba un sacrificio para resistir en La Moncloa y controlar un partido roto en mil pedazos. Y cuando Redondo llevaba semanas entrevistándose con diversos perfiles para el Ministerio que pensaba dirigir, Sánchez le decapitó políticamente y entregó su cabeza a Ferraz para que nadie hiciera sombra a su poder absoluto.
Sánchez fulminó a Redondo en una remodelación de su Gobierno inesperada por el cambio que supuso de puertas para dentro del PSOE. Pero el Sánchez que llegó a La Moncloa en 2018 tras la moción de censura no se puede entender sin él. Todas las decisiones las tomaron juntos. Una orden de Redondo ponía prietas las filas en cualquier Ministerios. "Iván y Pedro son lo mismo", decían en el partido. Solo algunos dirigentes del PSOE se atrevieron a plantarle cara. Fueron Carmen Calvo y José Luis Ábalos (a veces). Y Sánchez también purgó a ambos en la crisis de Gobierno de julio.
Como asesor primero y director del Gabinete después, estuvo implicado en todas las decisiones importantes de Sánchez: la moción de censura, la repetición electoral o los indultos a los líderes del procés. Redondo marcó los tiempos de Sánchez y de los ministerios. Estuvo detrás de las fotos del Falcon y de cualquier otra imagen del presidente. Ideó las interminables rondas de Sánchez con la sociedad civil para esquivar el pacto con Podemos. Y animó al presidente a decir un día que traería a Carles Puigdemont a España y al siguiente, lo contraria.
Redondo diseñó un Gabinete a su medida, más parecido a una consultora que a una alta institución del Estado al servicio del jefe del Ejecutivo. "No dejaba respirar a nadie", reconoce una persona cercana a un ya exministro. "Estaba encima de todo".
El director de Gabinete también apostó por Salvador Illa en Cataluña. Y le salió bien al PSOE. Ni Bildu, ni Podemos, ni ERC, ni ningún otro acuerdo pasó tanta factura a Sánchez y Redondo como el choque con la Comunidad de Madrid. El asesor y el presidente se estrellaron contra un muro. La batalla contra Isabel Díaz Ayuso y su par Miguel Ángel Rodríguez fue la tumba política de Redondo. Acabó devorado por su propio poder.
Redondo ha dedicado la segunda mitad del año, ya como peón en la casilla uno, a intentar recuperar el foco. Primero, con la presentación de un libro sobre su experiencia junto a Sánchez escrito por el periodista Toni Bolaño. Tanto el libro como sus columnas en La Vanguardia, conferencias o apariciones esporádicas en televisión son un intento constante de ajustar cuentas con el PSOE, al que culpa de haber convencido a Sánchez de su salida.
Redondo conoce bien los puntos fuertes y los puntos débiles de Sánchez y de su Gobierno. Y los explota ahora en su contra con sutileza. Era tal el vínculo que unía al presidente su jefe de gabinete que cuando fue cesado nadie en el PSOE se creía la ruptura. Pero la ruptura existe, como se intuye en cada línea de sus tribunas y en cada uno de sus comentarios. Todo lo demás es reiterativo: la analogía del Fórmula 1, el ajedrez, incluso el tirarse por el barranco por su líder. Nada de eso es nuevo. Lo dijo mucho antes de ser la sombra de Sánchez.
Su proyecto a corto plazo, según anunció él mismo, es una consultora independiente bendecida por sus grandes aliados de Llorente & Cuenca de la que nadie sabe nada. Supuestamente iba a estar operativa en noviembre. Redondo seguirá ahí para cualquier político que quiera contratarle. Y seguramente a esa dama no le vaya nada mal.