Después de 15 años sin acuerdos y tras demasiados meses de declaraciones arriscadas y contradictorias los agentes sociales lograron ayer un acuerdo que ratificará el Gobierno en alguna de sus dos reuniones a celebrar en la próxima semana. Constituye una excelente noticia que debería tranquilizar y satisfacer a todos, porque despeja incertidumbres y aporta estabilidad.
Los empresarios evitan la derogación anunciada de la reforma del 2012 y logran mantener la flexibilidad necesaria para garantizar la acomodación de sus plantillas a los cambios constantes de la coyuntura. Los sindicatos, por su parte, salvan una parte de la ultraactividad, ponen límites a la temporalidad y recuperan la supremacía de los acuerdos sectoriales, que es lo que gusta a las cúpulas al darles poder...
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