La actriz, productora y empresaria, Silvia Pinal, ha tenido una obra prolífica carrera en el cine, la televisión y el teatro en México. Decenas de películas en las que la ‘Dama de Oro’ ha sido protagonista ya forman parte del patrimonio cinematográfico mexicano.
En el despunte de su carrera artística, Silvia Pinal se permitió adquisiciones de patrimonio importantes, como la construcción de su casa en El Pedregal.
El arquitecto encargado de erigir la residencia de Pinal en la exclusiva zona del sur de la ciudad fue Manuel Rosen Morrison, mejor conocido como Meni Rosen, quien a mitad del proyecto le comentó a la actriz que para que su casa estuviera completa no podía faltar un cuadro de Diego Rivera.
Rosen le prometió que la llevaría con Rivera para que le hiciera un retrato, a lo que la oriunda de Sonora le respondió “¡Estás loco! ¿De dónde voy a sacar dinero para pagarle?”, ya que Pinal trabajaba arduamente en varios proyectos para solventar los gastos de construcción de su nueva casa.
El arquitecto finalmente convenció a la primera actriz de ir al taller del muralista, ubicado en Altavista número 76 en San Ángel. Pinal cuenta en diversas entrevistas que le pareció un hombre muy gracioso y simpático. Cuando ella misma le propuso que le hiciera un retrato, Diego Rivera de inmediato aceptó encantado.
Los preparativos empezaron a la brevedad, el artista le preguntó a Silvia cómo quería que la pintara: “¿Sentada?”, a lo que Pinal respondió que no era su estilo, que prefería posar de pie.
El pintor le comentó que esa posición era muy cansada, sin embargo la sonorense reafirmó su decisión. Semanas después vendría el ‘arrepentimiento’, pues Pinal ha comentado a diversos medios que, en efecto, posar de pie es cansadísimo.
De acuerdo con el libro autobiográfico de la actriz titulado Esta soy yo, la duda respecto al costo de dicha pintura no dejó de rondar la cabeza de Pinal. Hacía cálculos de cuánto tendría que pagar, si podría finiquitarlo en abonos o cómo saldaría esa cuenta.
Mientras tanto, la obra se puso en marcha. Pinal cuenta que Rivera tardó aproximadamente tres meses en terminar el cuadro “en pocas pero agotadoras sesiones”. Una vez que finalizó, el pintor le entregó la obra justamente en el santo de la actriz: el 3 de noviembre de 1956.
“Entré a su estudio, el cuadro estaba terminado, me quedé impactada cuando lo vi”, relata la actriz en su libro. Cuando Silvia le preguntó cuánto le debía, muy extrañado respondió Rivera “¿De qué?”.
La primera actriz permanecía en vilo pues no sabía si le alcanzarían los 50 mil pesos que tenía en su chequera, y que en realidad correspondían al pago de ‘la raya’, es decir, el sueldo de los albañiles en El Pedregal.
El pintor le respondió que no le cobraría nada: “Pues fíjese que no, con eso de que hoy es su santo, ¿qué le parece si se lo regalo?”.
En un texto Salvador Novo relata que en el ‘suelo’ del retrato se vislumbra un papelito “donde se lee más o menos: se acabó este retrato el 3 de noviembre, santo de la bella artista y gran dama Silvia Pinal. Lo pintó con admiración Diego Rivera”.
En entrevista con el periodista Gustavo Adolfo Infante, Silvia Pinal narró que ese cuadro le gustó mucho al mismo Diego Rivera y que lo ‘usó' bastante; asimismo, la primera actriz comentó que el retrato “deambula por todas partes”, ya que lo ha prestado a quien se lo pida.
La anécdota acerca de la llegada del cuadro a la residencia de Pinal también es parte de los escritos de Salvador Novo, quien detalla que una fiesta se preparaba en la casa de la actriz. El ‘Indio’ Fernández y Diego Rivera ya esperaban en el vestíbulo; Novo los encontró admirando el retrato. El escritor relata que el muralista fue el encargado de colocar el cuadro en la sala principal.
Actualmente, el icónico retrato se ubica en el comedor de la casa de doña Silvia Pinal.
No podía quedar fuera de esta historia la emblemática serie de televisión Mujer: Casos de la vida real, en la que Silvia Pinal fue productora, directora y presentadora.
Si viste alguno de los episodios de este programa, seguro recuerdas uno el espacio en el que Pinal narraba los segmentos introductorios de cada caso. Uno de los elementos icónicos de dicho lugar era el monumental retrato de una esbelta mujer vestida de negro.
Probablemente se trataba de una réplica del original que se colocó en el set. Lo que resulta innegable es que esta pintura es parte fundamental de la historia de la primera actriz.