Me entusiasman los ofendiditos. Movilizan en mi persona un interés casi antropológico que me mantiene vivo en medio de tanto amorfismo. Especialmente me excitan los ofendiditos que, además, falsean a todas luces su indignación, la teatralizan, la exageran, la revisten con gestualidad y, por si fuera poco, exhiben sin pudor indelebles rasgos de neopuritanismo en su puesta en escena. La palabra ‘coño’ ha sido el último reclamo de aquellos que se ven llamados a expresar su mohín de disgusto y su postura aparentemente horrorizada: replicada por Pablo Casado en el Congreso, en imitación de una ‘performance’ de Pedro Sánchez, ha motivado todo tipo de censuras por parte de los que en ningún momento se han soliviantado por la presencia de...
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