Al crecer en Tailandia, Bew Jirajariyawetch siempre idealizó Nueva York y soñó con mudarse aquí, sin saber que vivir en esta ciudad la haría víctima de la violencia callejera al salir de un concierto.
Por El Diario NY
El mes pasado, la aspirante a modelo de 23 años fue brutalmente golpeada y robada en una plataforma del caótico Metro, donde han aumentado los robos y ataques, sobre todo a personas asiáticas.
Imágenes de vigilancia captaron al atacante arrastrando a la joven varios pies antes de tirarla al suelo y golpearla varias veces. Luego el asaltante supuestamente tocó las partes íntimas de la mujer y finalmente huyó con su bolso, dijo la policía.
La llevaron a Lenox Hill HealthPlex en Greenwich Village y la trataron por sus heridas. “Me alegro de estar viva”, dijo Jirajariyawetch al New York Post sobre el horrible asalto del 22 de noviembre en la estación de 34th Street-Herald Square, que la dejó ensangrentada y magullada en el rostro y las piernas.
La joven, que se mudó a Nueva York durante el verano, estaba esperando el Metro en ruta a Queens alrededor de las 4 a.m. después de ver al cantante tailandés Daboyway en un concierto con amigos.
Estaba de pie en el borde de la plataforma de las líneas B, D, F, M cuando un extraño se acercó repentinamente detrás de ella y la inmovilizó, cubriéndole la nariz, la boca y los ojos, “para asegurarse de que no pudiera hacer ningún ruido”.
“Me arrastró donde nadie podía ver… Me golpeó … Me quitó el bolso”, dijo Jirajariyawetch, con la voz temblorosa. “Ojalá hubiese tenido la oportunidad de gritar”.
La policía de Nueva York publicó fotos de vigilancia del sospechoso que lo mostraban saltando el torniquete y caminando por un entrepiso desolado. A tres semanas del ataque, aún no se han realizado arrestos.
En 2021 se han producido varios homicidios y muertes naturales en el subterráneo de Nueva York, además de diversos incidentes, unos más graves que otros. En mayo, la violencia llevó al entonces gobernador Andrew Cuomo a afirmar que el subterráneo no era seguro para niños. Meses antes, en enero, la presidenta interina Feinberg, denunció en una carta enviada al alcalde que la violencia y “crisis de salud mental” que vive NYC estaban causando estragos en el sistema de transporte. Desde entonces la situación no ha mejorado.