los británicos han vuelto a respirar tranquilos este domingo después de que la Reina Isabel II (95 años) reapareciera en público en el primer bautizo doble que celebra la Familia Real británica. Las preocupaciones sobre su salud se han exacerbado en las últimas semanas tras la recomendación de descanso de los médicos y su ausencia en eventos importantes como su visita oficial a Irlanda del Norte, la Cumbre del Clima en Glasgow y el homenaje a los caídos en el Cenotafio de Londres el Domingo de Recuerdo.
Pero después de los malos días que ha pasado, la Reina Isabel ya se encuentra mucho mejor y por eso no quiso perderse el doble bautizo de sus bisnietos August Philip Hawke Brooksbank y Lucas Philip Tindall, hijos, respectivamente, de Eugenia de York y Jack Brooksbank, y de Zara y Mike Tindall, que se celebró en la Capilla Real de Todos los Santos del Castillo de Windsor.
Según fuentes reales citadas por el diario The Sun, la Reina Isabel ya había decidido previamente poner «todo su empeño en estar ahí porque sabía lo importante que es para sus nietas». Además añadieron que ese bautizo era «un momento de celebración muy especial y emotivo», sobre todo «después de los tiempos tan difíciles que ha vivido» la Familia Real últimamente.
Aniversario
El evento se celebró precisamente un día después de que la soberana pasara su primer aniversario de bodas sin su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, fallecido el pasado mes de abril a los 99 años. La pareja, que se casó en 1947, habría cumplido el sábado 74 años de matrimonio. Ambos bebés llevan como segundo nombre Philip, en honor a su difunto bisabuelo. Lucas Philip Tindall, de ocho meses, es nieto de la princesa Ana, única hija de la Reina, mientras que August Philip Hawke Brooksbank, es nieto de Sara Ferguson y el príncipe Andrés, que ya no tienen deberes públicos por estar implicado en el escándalo de abusos sexuales a menores de edad cuya organización encabezaba su amigo el pedófilo Jeffrey Epstein.
Los bisnietos de Isabel II fueron bautizados de forma muy especial, ya que el príncipe Carlos trajo varias botellas de agua bendita del río Jordán, donde fue bautizado Jesús, tras una gira de varios días por Oriente Medio. Los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, también acudieron a esta cita familiar en la que tampoco faltó la princesa Beatriz.