«No es solo vivir en la calle. Somos invisibles ante la mayoría excepto para lo malo, pero también hay gente buena que nos ayuda y se para a hablar con nosotros». Juan M., de más de 50 años y que escribe poemas, perdió su trabajo como soldador por la pandemia y sin dinero no se puede costear un alquiler: es una de las personas sin hogar que espera la cena caliente que Alicante Gastronómica Solidaria reparte miércoles, sábados y domingos y los minutos de conversación con los voluntarios que llevan los menús en dos rutas distintas donde viven los sintecho.