Tres jóvenes sirios, Karam, Bitar y Tahir, han narrado a cooperantes de Grupa Granica cómo los soldados bielorrusos los empujaron hacia la frontera polaca, que han intentado ya cruzar varia veces sin éxito. «Los soldados polacos nos montaron en un vehículo y nos devolvieron. Yo me resistí y me golpeó con la culata, creo que tengo algo roto», dice uno de ellos.
«Pero cuando intentamos regresar, los bielorrusos nos pegaron y nos dijeron que siguiéramos caminando al norte, hacia Lituania, pero allí la policía castiga con descargas eléctricas en la boca y eso es muy duro», añade su compañero de viaje, también proveniente de Homs. Ahora están en Polonia con un visado temporal. Aseguran que han visto varios muertos en su camino, cuerpos sin vida abandonados en los bosques fronterizos. Oficialmente, diez personas han fallecido ya y se teme por los niños de corta edad y las mujeres embarazadas que pasan la noche al raso a varios grados bajo cero.
«Estamos heridos. El terreno es pantanoso y nos movemos de noche. No podemos encender fuego para que no nos descubran y pasamos mucho frío», ha dicho un sirio a un equipo de televisión de Euronews que atendió su hipotermia ya en territorio polaco. «Tiene una herida en la espalda porque los bielorrusos le golpearon con un palo», explicó uno de sus compañeros, «hay grupos con niños vigilados por tropas bielorrusas con perros».
El representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Mulusew Mamo, miembro de la primera delegación humanitaria que ha visitado uno de los improvisados campamentos fronterizos, declaró después que «la situación es catastrófica y, según pasan los días, creo que será aún peor». Mamo habló con varios refugiados kurdos procedentes de Irak y Siria que han llegado a la frontera esta semana y les garantizó que los suministros de ayuda humanitaria continuarán.
