La del 3 de noviembre del año pasado fue una noche electoral que duró casi cuatro días. La utilización abundante del voto por correo, la igualdad entre Joe Biden y Donald Trump en varios estados y el desastre organizativo que lastra -de forma paradójica- a la democracia más establecida del mundo, no permitieron conocer el ganador hasta un sábado por la mañana, Los estadounidenses habían ido a votar, como siempre, un martes.
Ganó Biden y parte de EE.UU. y del mundo respiró. El candidato demócrata prometió salvar «el alma de América», dejar atrás las turbulencias de Trump, coger el timón de un país atrapado en la crisis sanitaria y económica de la pandemia, reconducir las relaciones con los socios internacionales y...
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