En el Grupo Escolar República de Nicaragua, la escuela de San Felipe donde curse parte de la primaria, recuerdo que había una inscripción que decía “La escuela vale lo que valen sus maestros”. Con el tiempo entendí que el significado de aquel mensaje no era otro que, es maestro quien puede serlo porque tiene la preparación, la vocación y el compromiso necesario, no quien solo lo pretende y que ese mensaje era aplicable a todo el proceso educativo.
Esto viene a cuento por la designación de ministros de educación universitaria, autoridades rectorales y nada menos que una “protectora ” de la Universidad Central. Envuelta en un ropaje de ignorancia y desprecio a la educación, se quiere vender la idea de que basta con pintar unas paredes, cortar la maleza, pintar pupitres o arreglar algún desperfecto para que las universidades vuelvan a su vida normal y si eso no ocurre endilgar la responsabilidad a los profesores que se niegan a hacer su trabajo en las condiciones que se les impone. A este extremo hemos llegado, cosa muy lamentable pero comprensible desde la óptica de un gobierno a quien le estorban las personas que tienen capacidad de pensar libremente.
Esto hay que remacharlo una y otra vez para que se entienda y la sociedad lo internalice.
Al régimen no le interesa mantener centros de estudio como son las universidades nacionales. Todo lo contrario lo que le interesa es formar “cuadros” que respondan a los intereses que sustentan la supuesta ideología en que se basa, que no es otra cosa que corrupción, destrucción, ignorancia y sujeción a intereses bastardos. Hay que recordar que desde los inicios de este gobierno se crearon por decreto sitios que llamaron universidades, con la anuencia de muchos universitarios cuya formación académica hacía pensar que pudieran entender lo que el gobernante y sus acólitos pretendían con la instauración de centros educativos sin que reunieran las mínimas condiciones para serlo. Es decir sin profesores capacitados ni líneas de investigación, sino orientados al adoctrinamiento político de los alumnos a través
de un mensaje lleno de un malévolo contenido, que justificaría todos los desmanes que se han cometido en el país en más de veinte años. Ahora ha llegado el momento que el gobierno ha decidido apropiarse de manera supuestamente legal de las universidades nacionales autónomas para transformarlas y colocarlas al nivel de las que ellos han creado para servir a 3sus fines.
Ese es el plan, y para ejecutarlo con el menor costo político y social posible los ideólogos del régimen han reducido a la indigencia al profesorado, han menguado el presupuesto para el funcionamiento con el fin de propiciar el deterioro físico de la infraestructura de las universidades y la ejecución de funciones que le son connaturales como la investigación y los estudios de postgrado. Con esto han logrado que un gran número de profesores académicamente solventes y buenos estudiantes han tenido que abandonar las instituciones y al país, que se hayan cerrado programas de investigación y postgrado y que de la mano de intereses ocultos, sin que intervinieran las llamadas fuerzas del orden para impedirlo, se llegara a la destrucción física de bibliotecas, institutos y laboratorios en todas las universidades nacionales. Así, a través de la desmoralización creciente del profesorado, el régimen está logrando alcanzar el objetivo que se ha propuesto por las razones antes señaladas y mostrar ahora que está haciendo una inversión para recuperar lo que de manera planificada el mismo régimen hizo que ocurriera. Usando un viejo ejemplo, le rompió las piernas a las universidades y ahora le da una muleta.
Si esto es muy preocupante, lo es mucho más que todavía hay personas que siguen creyendo que con lo que está haciendo, el gobierno apoya a las universidades. Y no solo eso, sino que todavía piensen en que es posible llegar a un acuerdo con los representantes del gobierno para que haya elecciones de autoridades variando la composición del claustro otorgando cuotas de votos a los sectores de la comunidad universitaria que no tienen funciones académicas. Hay que convencerse de una vez por todas que el régimen no va a permitir elecciones que pueda perder en las universidades nacionales. No le interesa correr nuevamente ese camino para apoderarse de las universidades. Todo parece indicar que el régimen, por la razón que sea, considera que ha llegado el momento de apoderarse de ellas recurriendo a manejos de cualquier tipo, pero no por la voluntad de un claustro, sin importar su composición que tenga ni que haya cuotas de participación minoritarias de personal administrativo, obrero y egresados.
Ante la visita nocturna del presidente y su sequito a la UCV, se han alzado voces de protesta y se están haciendo llamados a profesores y estudiantes de regresar a la universidad. Hay quien dice que es mejor que nos saquen antes de perder la universidad sin ofrecer resistencia. Yo puedo estar de acuerdo con esto, pero hay que añadir que, además de dar este mensaje es indispensable que se organicen acciones concretas que justifiquen la presencia de la comunidad universitaria en su recinto. Hay que invitar a los estudiantes a regresar a la universidad, pero hay que ofrecerles acciones o actividades que hagan que su presencia en los espacios universitarios no sea efímera. Habrá que establecer un plan de actividades que requiera de su presencia. Otro tanto ocurre con el profesorado y también para el personal administrativo y de servicios.
Retornar a hacer vida aniversaria en las condiciones de escasez y peligros de contagio que vivimos requiere una organización y un liderazgo que va más allá de la intención o la declaración de lo que sería bueno hacer. Le corresponde principalmente al profesorado asumir ese liderazgo si quiere conservar la esencia de la Institución, porqué tal como decíamos al comienzo, la universidad vale lo que valen sus profesores.
Los que vienen son tiempos de sudor, sufrimiento y renuncias a intereses y aspiraciones personales si de alguna manera queremos oponernos a las maniobras del régimen, si no serán tiempos muy oscuros para el país.
Claudio Bifano es Profesor Titular (J) de la UCV. Miembro de la Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales