Visto para sentencia, en la Audiencia provincial de Toledo, el juicio por el supuesto secuestro de un joven en Santa Olalla en 2017 por una cuantiosa deuda. La Fiscalía mantiene su petición de cárcel -de 5 a 12 años- para los cuatro procesados, porque existe «prueba abundante, demasiada, excesiva» que demostraría su culpabilidad. Una tesis del Ministerio Público a la que se suma la acusación particular, para la que está «clarísimo» que hubo un rapto y una extorsión, además de varios hechos indubitados, y que fue una «chapuza» de secuestro.
Sin embargo, los abogados de la defensa claman por la absolución de sus clientes, porque no hay ninguna prueba sustancial que demuestre su culpabilidad. Fue un plan «absurdo y ridículo» de la presunta víctima, según el abogado de Carlos, el encartado que estuvo en prisión por este caso. «Si hubo un secuestro, sería el más chapucero de la historia», dijo el letrado de Abel, otro de los inculpados, además de aludir también a una circunstancia que llama la atención: Federico salió del club donde habría estado retenido y, en lugar de pedir ayuda en un hostal aledaño, se fue a buscar a sus presuntos secuestradores a otro club cercano.
«Talante manipulador»
En la última de las tres sesiones de la vista oral, las defensas usaron este jueves varias expresiones para calificar al denunciante. «Federico es profundamente mentiroso, mentiroso profesional», que «ha estado sableando a sus padres», afirmó el representante legal de Carlos, detenido más tarde que los otros reos después de darse a la fuga.
«Tiene una tara», aseguró el letrado de Abel sobre la víctima, porque es un «drogodependiente crónico», lo que habría mermado «sus capacidades cognitivas y volitivas hasta cierto grado». Afirmó también que el denunciante tiene un «talante manipulador» y que sólo hay una prueba de cargo en este procedimiento: «Su declaración».
Cuestionaron igualmente que la prueba vista en el juicio había sido «muy pobre», como la calificó el letrado de Nicolae. Y el representante de Rubén afeó al Ministerio Público que acusara «sin tener ninguna prueba», además de apelar al «sentido común, que nos lleva a pensar que Federico mintió desde el principio».
«No estuvo bajo ninguna vigilancia», subrayó el abogado de Abel, que se preguntó cómo podía hablarse de secuestro cuando a la víctima se le había dado «comida, droga y un lugar donde dormir», además de cigarrillos para fumar. «¿Cómo un señor que está atado con las manos a la espalda se puede fumar tantas colillas esa noche? Sigo sin comprenderlo», expresó el abogado de Rubén, quien echó en falta la presentación de un informe médico que acreditase el miedo y estrés postraumático de la víctima, como sostienen la Fiscalía y la acusación particular.
Las defensas lamentaron no haber podido interrogar a la exnovia de Federico, que dejó a su pareja al día siguiente de acabar el presunto cautiverio tras una relación de siete años. Esto se debió a una circunstancia inesperada: durante la declaración de los acusados y de la supuesta víctima en el juicio, la joven estuvo escuchando en la sala antes de comparecer, por lo que el presidente del tribunal no permitió que testificase después. Por ello, las partes no pudieron cuestionarle por lo que había manifestado en la fase de instrucción, cuando dijo que ella creía que estaban todos «metidos en el ajo» y que se les «fue de las manos».
Las defensas tildaron de «catastrófica» la instrucción y acusaron a la Guardia Civil de dirigir la declaración de Federico para que acusara a los cuatro procesados, que dejaron al denunciante junto a una parada y le dieron 10 euros para un billete de autobús.
Esta circunstancia se debió a la presión de la Guardia Civil, según el Ministerio Público, que defendió la investigación policial.
El fiscal está convencido de que los reos idearon un rapto y pidieron una cantidad «desmesurada» de 45.000 euros por la liberación de Federico, que vivía «una situación angustiosa por las deudas» en un «ambiente tan edificante de clubes de alterne y cocaína».
«Miedo atroz»
Tampoco tiene duda de que fue atado con bolsas de basura, encerrado en el club Erótica de Otero y que el secuestro fingido, como sostienen las defensas, «no tiene ningún fundamento». «Federico había sido ayudado por su familia en otras ocasiones y no tenía que mentir a sus padres», aseveró el fiscal. Dijo que su relato de los hechos era «coherente» y calificó a la víctima como apocada y poco expresiva. «Tenía un miedo atroz a Carlos», señaló el abogado de la acusación particular, por lo que Federico se subió «como un corderito» al coche del acusado.
De esas circunstancias se aprovecharon los presuntos secuestradores, según la tesis de la Fiscalía, para cometer un supuesto secuestro tan atípico, sobre el que un tribunal tiene ahora que dictar una sentencia.