«Yo nací, respetadme, con el cine». Con aquella máxima, Rafael Alberti se integraba a sí mismo en la magia de las imágenes en movimiento. Y si Alberti nació con el cine, la normalidad -relativa normalidad- renació también con el cine y la posibilidad del aforo completo que permite la normativa regional desde el pasado día 20.
Fue en miércoles y en día del espectador, con las tarifas que no superaban los cinco euros y en ese Broadway mezclado con Hollywood que es el cruce de Callao con Gran Vía. Por allí aparecía el personal de siempre que, con ojos más cinéfilos de lo habitual, le daba temperatura de celuloide a la zona. El muñeco diabólico y su chica bromeaban -que...
Ver Más
