Que una película empiece por una cita de Sylvia Plath ya da una idea de la alegría que le entrará en el cuerpo al espectador. Al mismo tiempo, es un reclamo casi infalible, como el estilo críptico y errante de la cinta, para que cualquier jurado que se precie le dé algún premio, a ser posible dos, en cualquier festival de cine. Ocurrió en la Seminci, pero podría haber pasado en familias mucho peores.
Estos 'preparativos' nos presentan a Marta, una neurocirujana que regresa a Hungría sin dudar en abandonar una brillante carrera en Estados Unidos. Todo por un hombre al que le falta poco para recibirla en Budapest con el bisturí en la mano. Digamos también que, por una vez, es conveniente leer algo de la sinopsis para no perder demasiado tiempo en situarse ante un espectáculo de indudable belleza estética.
Porque hay que reconocer que Lili Horvát es una directora con estilo. Como su protagonista, la enigmática Natasa Stork, más guapa de cerca que de lejos, lo que de entrada también es una señal de originalidad. La cineasta, de hecho, abusa del mismo plano cercano del rostro de su protagonista, que habla por sí solo pero se antoja insuficiente para justificar la reiteración del recurso.
La película, y esto también es apasionante, se adentra en el misterioso cerebro humano, una máquina defectuosa que incluso en buen estado es capaz de tomar decisiones disparatadas, sobre todo cuando se somete a las veleidades del corazón. En esa conjunción de intereses, cualquier espera un delirio. Volvemos a Sylvia Plath.
Para expresar todo esto la película se toma tanto tiempo como el título para decir algo que no requería semejante exceso de palabras. En el intento hay belleza y necesidades expresivas de indudable valor, pero el espectador, tan castigado por la vida, quizá merecía una versión menos experimental. Es cuestión de gustos, por supuesto. Conozco a un puñado de personas que disfrutarán esta película con pasión. Ellos saben.
Valoración de ABCPlay
Federico Marín Bellón
