Ha dicho Rufián que el Gobierno no debe contar de antemano con el apoyo de Esquerra a los presupuestos, y que tendrá que «sudar el voto» si quiere lograr un acuerdo. Nada raro; el peso cualitativo de las minorías es un fenómeno habitual en los regímenes parlamentarios aunque quienes acaben sudando los pactos sean los ciudadanos, o más exactamente los contribuyentes en su condición de paganos finales de las contrapartidas de gasto. En otoño, cuando toca negociar las cuentas, empieza la berrea parlamentaria al tiempo de la de los ciervos de Sierra Morena; los ritos de apareamiento conllevan bramidos, tanteos y pugnas previas que se resuelven poco antes de votar las enmiendas. En esta legislatura la ceremonia es más compleja...
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