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Prohibir palabras es progre. Algunos creen que la rosa no tiene espinas si se nombra sin espinas. Por eso ahora no se puede decir ‘enano’, hay que decir ‘persona con acondroplasia’ o ‘de talla baja’. Platón ya nos alertó de que hay que vigilar a los poetas. El gimnasta Zapata sucumbió al imperio de la corrección política y se refirió a sí mismo en una entrevista como «persona de color». Su comadre, la saltadora Ana Peleteiro, le corrigió sin complejos: «¿Qué dices de color? ¡Somos negros!». Hoy las palabras necesitan visado gubernamental, el sello de un funcionario, para estar permitidas, de manera que existen decenas de colectivos subvencionados que hacen barridos para denunciar expresiones que, según los paniaguados, denigran a...
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