Al despojarte de las exigencias de perfección en tu función, poner los pies en la tierra, saber que eres una persona real, con altibajos, errores y aciertos, y dedicarte a encontrar mejores formas de relacionarte positivamente con tus hijos e hijas con base en la observación que hagas de sus talentos y sus necesidades de mejora, entendiendo al mismo tiempo que te saca de casillas y cómo combinas tu estilo personal con el de las personas que te acompañan en ese proceso educativo, te das cuenta de que a todo lo que sucede se le puede sacar provecho para avanzar, para mejorar habilidades y para afianzar la base de todo el proceso que es el vínculo de afecto, respeto y responsabilidad compartida.