En el cine de ahora el director tiene muy complicado retener a los personajes, porque su mayor impulso es la soledad e irse a contarnos algo en plena naturaleza. Es la última tendencia, el “efecto nomadland”: si quieres encontrarme, sígueme a donde el aislamiento y el desamparo tiene sentido. Robin Wright, actriz con enorme fuerza visual y potencia dramática, hace aquí su primer largo, e interpreta a su personaje conforme a esas claves: el derrumbe de su vida personal y familiar la lleva a un rincón de las Montañas Rocosas, a una cabaña precaria y desasistida en la que se impone la supervivencia al límite; solo con algunas briznas de explicación sobre sus razones y su dolor evidente, la historia se hace comprensible y encuentra la compasión del espectador.
Wright rueda su relato de finales y principios con enorme serenidad y belleza, tanto de ella como de su entorno, y dosifica la intriga mediante el poder amenazador de la naturaleza, su escasa voluntad y armas para combatirla y la relación con un hombre (Demian Bichir) que aporta a la historia otro elemento reconfortante en nuestros días: la solidaridad entre géneros.
Valoración de ABCPlay
Oti Rodríguez Marchante
Estamos, pues, ante una película en la que se respira sintonía, buen rollo, interés por las personas, la naturaleza y su cotizado acoplamiento (incluida ¡la caza!), y que, además, procura que no levites viéndola, sino que te entretengas y que simpatices con todo, desde la pérdida hasta el reencuentro y la casi ilusión. Robin Wright se sirve de ciertos giros melodramáticos, principalmente en su parte final, pero le vienen bien a ese relato adusto que busque algún sitio por el que soltar la lágrima.