Había ganas de volver a verlo en pista, en marcha, con ese tenis de todos los tiempos que no pasa de moda. También tenía él muchas ganas, encantado, sonriente en su puesta en escena al salir a pista. Después de 70 días, Roger Federer disfrutó de su tercer partido en más de un año y medio, su primera incursión en tierra desde las semifinales de Roland garros 2019. Y la falta de rodaje se nota. No aspiraba a otra cosa el suizo, comentó en los días previos.
No ha perdido mano, tampoco se le ha olvidado jugar al tenis, pero sí esos automatismos que le impidieron jugar con soltura en su encuentro ante Pablo Andújar (6-4, 4-6 y 6-4). Falló demasiado el primer saque, la derecha se enfrentó a más de una caña y falta ese rodaje que espera ir acumulando. Por el momento, reestreno de dos horas para calibrar nivel, errores, posibles mejorías. De la rodilla, aparentemente, no se acordó.
Firmó Andújar un buen partido, con más rodaje que su rival en este coqueto torneo ATP 250 de Ginebra. Aunque el suizo se puso más serio en el segundo parcial, no se dejó llevar por los nervios de jugar, por primera vez contra el ganador de 20 Grand Slams. «Le contaré a mis nietos que jugué contra Roger Federer», decía en la previa. Ahora les podrá contar que, además de jugar, ganó, en su único choque por el momento.
Federer tuvo sus opciones, pero tropezó con su servicio, sobre todo en el tercer set, y aunque pudo levantar dos bolas de partido, una mala derecha le dio la victoria a Andújar. Reaparece a trompicones el suizo y se espera su participación en Roland Garros, como preparación para la temporada de hierba.
«Lo bueno es que puedo jugar al tenis de nuevo. me siento mejor físicamente que en Doha. Solo tengo que aceptar esta derrota», admitió el suizo después del partido.