Debo reconocer que durante mucho tiempo, siempre quise hacerme cargo de todo. Lo peor es que no sólo quería resolver mis problemas, sino también los de los demás. Sí, yo me sentía mamá gallina, defendiendo a todos; pero un día me di cuenta de que nadie hacía lo mismo por mí. También estoy consciente de que lo que haces debe ser de corazón y no por esperar algo a cambio; pero tampoco está padre que todo mundo recurriera a mí y ni las gracias me dieran. Ahora el mejor consejo que te puedo dar, es que no esperes que todo a tu alrededor sea perfecto, deja que algunas cosas se destruyan y otras no salgan como esperabas.
Lo que me quedó más claro, luego de empezar a decir NO, fue que todos podían hacerse cargo de sus actividades. Más bien, me las dejaban a mí por comodidad y porque yo me sentía útil y servicial para todos. Sin embargo, conforme pasó el tiempo me cansé y por eso decidí poner un alto. No fue nada sencillo, pues los primeros días sentía que mi día no tenía sentido. Sin embargo, más bien era que no estaba acostumbrada a ver sólo por mí. Me costó trabajo enfocarme sólo en lo mío y darle por su lado a lo que no me correspondía. Con el paso de los días dejé de sentirme así y era todo lo contrario. Sabía que nadie podía detenerme.
En caso de que sigas esperando eso, te quedarás sentada esperando. Incluso con el plan más elaborado puede haber imprevistos. Lo más importante es saber cómo tomar las cosas y buscar alternativas sin perder la cabeza. Es bueno que tengas en claro lo que quieres, pero no siempre podrás llevarlo a cabo tal y cual lo deseas.
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