La ofensiva en Gaza se ha convertido en una cuenta atrás hacia un cese de las hostilidades que no llega. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió por cuarta vez, también lo hicieron los ministros de Exteriores de la Unión Europea,
Joe Biden
habló con
Benjamín Netanyahu
y se mostró partidario a apoyar un «alto el fuego», Emmanuel Macron llamó a Abdel Fatah Al Sisi y el rey de Jordania, Abdalá II, y la canciller alemana, Angela Merkel, también pidieron un «rápido» alto el fuego.
Pero la diplomacia tiene sus tiempos y la guerra los suyos, por eso
Israel siguió con duros bombardeos contra casas de mandos de Hamás y lugares de lanzamiento de cohetes, algunos de ellos subterráneos, según el ejército, y las facciones islamistas volvieron a lanzar cohetes al sur de Israel y en uno de los ataques mataron a dos trabajadores tailandeses de un Kibutz próximo a la verja de separación. Ya son 213 los gazatíes muertos y 12
los fallecidos en el lado de Israel.
Frente a la presión internacional para detener la ofensiva, Netanyahu volvió a ser tajante y declaró que «seguiremos adelante hasta lograr recuperar la disuasión. Estoy seguro que todos los enemigos que nos rodean tomarán nota de lo caro que resulta atacarnos y estoy seguro que aprenderán la lección». Tras la conversación con Biden, el primer ministro habló con el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, e insistió en que la prioridad es «garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos».
Gaza se viste de verano de 2014 y las 58 escuelas de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, han vuelto a convertirse en hogar improvisado para acoger a 47.000 desplazados que salieron de sus casas con lo puesto. El organismo internacional denunció la «respuesta absolutamente desproporcionada» de Israel y recordó que «se está bombardeando sin tregua ni pausa», lo que impide a las organizaciones humanitarias entregar ayuda a los afectados.
Matthias Schmale, director de operaciones de UNRWA, declaró que «en algunos casos Israel avisa antes de atacar y por eso han logrado salvar sus vidas, pero se han quedado sin hogar y necesitan volver a empezar de cero». Por primera vez desde el inicio de la ofensiva el ejército permitió la entrada de ayuda humanitaria por el paso de Kerem Shalom por donde cruzaron veinte camiones con medicinas, hospitales móviles, vacunas contra el coronavirus y alimentos, pero la apertura fue fugaz porque se produjo un ataque con cohetes en el que un soldado resultó herido.
Huelga general
Por primera vez en décadas los palestinos de Israel, Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental se unieron en una huelga general que tuvo un seguimiento casi absoluto. Hamás y Fatah llamaron a sus seguidores a participar en esta movilización que en Cisjordania fue considerada «día de la ira» y acabó con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en Hebrón, Belén o Beit E
l, donde un manifestante perdió la vida por un disparo y dos soldados resultaron heridos.
«Tanto en Cisjordania como en Israel, los palestinos jóvenes salieron a las calles, superaron el miedo y protestaron unidos contra lo ocurrido en Al Aqsa
durante el ramadán y contras los desalojos de Sheikh Jarrah», escribió en su columna de opinión de 'Haaretz', Jack Khoury. Finalizado el ramadán las protestas han ido suavizándose en la ciudad santa y las ciudades mixtas de Israel, pero la herida abierta estos días necesitará tiempo para cerrarse.
