Maia Martínez de Marigorta es el ejemplo de alavesista por partida doble. Juega en las Gloriosas desde su fundación y además es aficionada desde niña.
Primero, cuando iba con su aita por las puertas 4-5 y, después, con sus amigas a la grada de Itaultza a animar.
Receurda el partido contra la Real Sociedad, que incluso saltó al campo, y vio el último gol desde la banda.
"El fútbol es mi vida, una de las cosas más importantes de mi vida", asevera. Y reconoce que cuando se coloca la camiseta del Alavés y se sitúa frente al espejo "se me ponen los pelos de punta".
Un sueño: "Poder subir al Alavés a Primera". Y una realidad: un tatuaje en su brazo que dice mucho de ella.