Hay que tener muy poca vergüenza para meter un estribillo como el de 'Cuccurucucù' en una canción, presuntamente ligera, en la que el surrealismo lírico desemboca, sin ton ni son, en un repaso a la discografía básica de los años sesenta. Así era Franco Battiato, embaucador de multitudes. En su búsqueda de un centro de gravedad permanente, el autor de 'Bandiera bianca' decía no soportar los coros rusos, la nueva ola y el falso rock italianos, el free jazz punk inglés –fuese eso lo que fuese– o la música africana, elementos que, sin embargo, no dejó de utilizar como acompañamiento y soporte durante su etapa de fabricante de superéxitos. Aparentemente ociosa, fabricada para el baile o susurrada para el roce,...
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