Talavera, el río Tajo y el mundo de la poesía está de luto.
Joaquín Benito de Lucas ha muerto este martes en un hospital de Madrid a los 86 años. A las 11:55. «Hoy llora su querida Talavera; llora ese río Tajo que le vio nacer, ese que siempre estaba presente en sus poemas; y llora el mundo de la poesía por la pérdida de un gran autor», ha difundido la alcaldesa, Tita García Élez.
«Llevaba un año entrando y saliendo del hospital por infecciones respiratorias», cuenta, entristecido, su sobrino Francisco García Benito a ABC. «Es una pena grandísima. Yo viví con él un año, en una casa, mientras yo estudiaba Derecho. Conocí un mundo sorprendente. Me llevaba a los premios de literatura, se reunía con poetas; yo conozco a todos, a Claudio Rodríguez o a Cernuda», relata Francisco, abogado jubilado. «Siempre estaba estudiando, leyendo, escribiendo... Muy trabajador, siempre trabajando», evoca sobre su tío, hijo predilecto de Talavera, al que una tuberculosis infantil le dejó secuelas en sus pulmones para toda su vida.
«Uno de nuestros poetas más afamados, de los más importantes del siglo XX, cuya poesía ha sido galardonada con múltiples premios y honores». La concejal Flora Bellón empleó esas palabras cuando informó del inicio del expediente para cambiar el nombre del paseo de La Barrosa por el de paseo de Joaquín Benito de Lucas el pasado noviembre. Sin embargo, al final será un parque de la Ronda del Cañillo el que haga perdurar su memoria. Por «su contribución y difusión del buen nombre de Talavera».
El ilustre poeta, que estudio Estudió Filosofía y Letras, publicó casi una veintena de libros -el primero, Las tentaciones (1964)- y cinco antologías. Obtuvo numerosos premios; entre otros, el Adonáis, uno de los galardones de poesía más prestigiosos del mundo. Y, como catedrático de Literatura, estudió a fondo la Edad Media y es autor de numerosos estudios sobre poetas contemporáneos.
«¿Que recuerdo de mi padre? Era un hombre que estaba enamorado de su ciudad; llevó a Talavera por todo el mundo y todo lo que hacía tenía, en cierta forma, relación con Talavera», rememora, emocionada, su hija pequeña, Francisca, Panchi para los amigos. «Tenía un sentido del humor enorme, me he reído muchísimo con él. También pasó momentos muy difíciles y complicados con la enfermedad de mi madre, pero él siempre estuvo ahí; lo dejó todo para ocuparse de ella», remarca entre lágrimas. «Era un padre chapado a la antigua; hay que reconocer que tenía un poco de mal humor, aunque admitió y asumió muchas cosas que no iban con su forma de pesar. Y si a mi padre se le conocía por algo, era por su carácter; formaba parte de él», se recompone su hija.
El velatorio se abre al público esta tarde, a partir de las 19:30, en la sala 19 del tanatorio de la M-30. Joaquín Benito de Lucas será incinerado mañana en el cementerio de la Almudena y la familia no sabe qué hará con las cenizas. «Lo suyo es que vayan a Talavera -dice Panchi-, porque es lo que él hubiera querido».
Fuli, pensando en tu padre... Y leyéndolo... Él ya tenía este momento planeado...
Sin tristeza
Yo no sé por qué tengo que estar triste.
El mar es grande, la esperanza espera,
el día se hace largo en los veranos
y las noches inventan nuevas formas de vida.
Pero hoy, es decir, esta mañana
del mes de mayo, cuando los rosales
dejan caer los pétalos
de su primera floración,
me acuerdo de la gente que se ha ido
–y es primavera- de los que dijeron
adiós y ya no están
como mis padres, como mis hermanos
y como yo que un día
no muy lejano cerraré los ojos,
dejaré descansar la pluma con que escribo
e iré a su encuentro. Temo
que no me reconozcan, que no sepan
quien soy, yo que he cantado su vida en muchos versos,
y su muerte también, que ellos no habrán leído.
Mas creo que podrán reconocerme
por el olor que deja cada lágrima
vertida en su memoria mientras estaban vivos.