El fin de semana pasado pareció celebrarse la Nochevieja que no se había podido disfrutar. De forma inaudita, mucha juventud dejó que el toque de queda llegase a las 24 horas para estallar en un júbilo clamoroso. En toda España hubo algún que otro toque de claxon por los centros de las ciudades y se rompió esa especie de maleficio que se cernía sobre nosotros con la limitación de parte de nuestras libertades. No. No había ganado la selección española ningún título, ni era fin de año, simplemente, había mucha energía contenida a base de normas y prohibiciones por nuestro bien.
Sin embargo, el fin del Estado de excepción no puede justificar, ni por un momento, la excusa para macrofiestas, botellones...
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