A la desconfianza del Pacto de Toledo hacia la reforma de las pensiones que proyecta el Ministerio de Seguridad Social se suman las posiciones maximalistas -y enfrentadas- de sindicatos y patronal, a los que José Luis Escrivá vuelve hoy a citar para reanudar un diálogo sobre el cambio de modelo que exige Bruselas como contrapartida del desembolso de los fondos de reconstrucción. Ha tenido que ser una crisis devastadora, seguida de un ultimátum de la UE, lo que obligue a España a tapar un agujero que a finales del año pasado llegó a los 30.000 millones de euros. La penalización de las prejubilaciones o el blindaje de la vida laboral hasta los 68 años pueden contribuir a parchear las cuentas, pero resultan insuficientes para contrarrestar los efectos del gran problema, cronificado y previo a esta crisis, de la economía española: el inasumible paro juvenil y la precarización del empleo de los más jóvenes. La verdadera reforma está en la base de una pirámide que se desmorona, y no solo por su vértice.
