Y, por fin, Marc Márquez vio la bandera a cuadros, 518 días después. El regalo más preciado que podía tener este domingo 18 de abril de 2021. Desde aquel Gran Premio de Valencia en 2019, que ganó, el piloto de Honda no la había vuelto a ver, porque en la siguiente carrera en la que participó se quedó a dos vueltas de pasar bajo ella. Dos vueltas que supusieron nueve meses de calvario con intentos precipitados de volver, dolores, miedos, dudas, tres operaciones y cientos de horas de rehabilitación para poder encontrarse a sí mismo. Y por fin, en el Gran Premio de Portugal, la bandera a cuadros.
Séptimo, en el grupo de cabeza de una carrera rapidísima que lideró Fabio Quartararo con aires de campeón, reivindicativo el francés sobre sus opciones de título porque admite que aprendió mucho el año pasado de cómo llevar la presión del del líder y de los focos. Aunque no hizo demasiados gestos cuando cruzó la línea de meta, Márquez sí escondió la cabeza. Agotado, seguro, quizá orgulloso. Lo había logrado. No subiría al podio, pero había ganado igual. A sí mismo, a las incertidumbres y al dolor. Marc Márquez, de nuevo en la moto. Marc Márquez, de nuevo en la salida. Marc Márquez, de nuevo en la meta. La victoria.
Porque, él mismo confesó, no solo había dudas de cuándo podría regresar. Es que también las hubo de si podría regresar. «De si volvería a tener un brazo normal», aseguraba en la previa de este Gran Premio de Portugal, ya para siempre en su libro de recuerdos. Ha vuelto, con calma, ya sin prisas porque ha estado a punto de perderlo todo y ahora lo que quiere es ganar. Se entrenó durante el fin de semana, no solo para calibrar la puesta a punto de la moto, también para medir las energías de su cuerpo, el dolor del brazo, de un cuerpo entumecido por tantos días de sequía adrenalítica.
Y despertó el domingo con las dudas de cómo estaría todo en carrera, con pilotos que no iban a tener consideración con él. Si volvía, era con todas las consecuencias. También con las que se referían a disputar 25 vueltas en un exigentísimo circuito lleno de montañas rusas, curvas cerradas y frenadas excesivas. 25 vueltas después de aquel Gran Premio de España, en Jerez, donde todo empezó.
Completa en Portugal aquella última carrera, inacabada, y con el orgullo de saber que sigue siendo rápido, pues se puso tercero en las primeras curvas y terminó séptimo porque no es todavía el Márquez que fue. No entró en batalla con Joan Mir, prefirió levantar rueda que meterla, pero se llevó el aplauso de su equipo y del planeta MotoGP. No es todavía el Márquez que fue, pero está cerca.