«¿Qué tiene más riesgo? ¿Vacunar y que haya algún trombo de vez en cuando, o no vacunar, que la gente coja el coronavirus, tenga trombos y se muera?». Así de rotundo se muestra Javier Díez, jefe del Área de Investigación en Vacunas de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (Fisabio).
Díez explica que si la administración de los distintos preparados está directamente relacionada con los trombos, algo que «todavía no está claro», «es más dificil que te toque un efecto adverso, que el gordo de la lotería de Navidad». De hecho, son efectos secundarios de muchas medicaciones. El más llamativo, el asociado a la píldora anticonceptiva, «treinta veces más frecuente».
Además, el experto apunta que «es posible que si la gente que se está poniendo la vacuna y tiene un fenómeno tromboembólico y este efecto secundario se debe a la vacuna, lo hubiera tenido si hubiera cogido el covid», puesto que la probabilidad es del 16,5% frente al 0,0001% tras inocularse el fármaco.
Sobre la paralización de Janssen, Díez critica la política de «seguridad extrema» que se está llevando a cabo sin tener en cuenta el «daño» que se está haciendo por no administrar las dosis. «Para evitar un potencial efecto secundario, que todavía no está claro y si ocurre es en casos muy extraños, ¿cuántos casos de coronavirus voy a coger?», se sigue cuestionando.
El investigador advierte de que el retraso del programa de vacunación, retrasa a su vez el efecto comunitario, por lo que las autoridades deberían plantearse el «riesgo-beneficio» de retirar una vacuna del mercado en un momento en el que aumentan los contagios y las hospitalizaciones: «Estamos quitando el riesgo por la vacuna pero estamos aumentando el riesgo por la infección».
Imagen de la vacunación contra el coronavirus en Valencia
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MIKEL PONCE
El jefe del Área de Vacunas de Fisabio explica que la ventaja de los preparados con adenovirus, como los de Janssen y AstraZeneca, es que la inmunidad persiste mucho tiempo con una sola dosis. Tanto es así que, en este último caso, aboga por dejar la segunda inyección para cuando todo esté aclarado: «Mi consejo es no tener prisa y esperar a que los estudios se completen. Con una dosis están protegidos. De hecho, en el Reino Unido se ha vacunado solo con una dosis y la enfermedad ha caído dramáticamente».
«Se pueden mezclar vacunas pero fuera de ficha técnica. No hay estudios y no sabemos cómo se comportaría, con lo cual lo más razonable es que si se para la vacunación, se haga sin prisa de poner una segunda dosis», matiza.
Díez quita hierro al proceso de retirar y volver a administrar un medicamento, algo que ocurre normalmente sin el impacto mediático
generado a raíz del contexto de crisis sanitaria que vivimos.
Asimismo, defiende que los sistemas de farmacovigilancia en Europa son «extraordinarios» y que «no se va a pasar absolutamente nada» porque se tienen los recursos que permiten analizar de forma muy rápida la asociación entre la vacuna y cualquier efecto secundario que aparezca.
Respecto a la liberalización de las patentes, Díez señala que, si bien el precio de los fármacos bajaría y llegarían a más países en vías de desarrollo, la producción no mejoraría demasiado porque la fabricación de una vacuna es un mecanismo «extremadamente complejo que requiere una serie de controles de calidad» que muy pocas fábricas en el mundo pueden hacer.