El pontificado de monseñor Asenjo ha sido el más corto de la historia de la Archidiócesis de Sevilla en el último siglo. Poco más de una década que, no obstante, ha servido para rearmar el funcionamiento de la Iglesia hispalense, dotándola de orden económico y orgánico. Era el hombre fuerte del cardenal Antonio María Rouco Varela en la Conferencia Episcopal española, que vio en este obispo austero y ortodoxo un reemplazo perfecto para el carismático cardenal Carlos Amigo Vallejo.
Se curtió en Córdoba, una diócesis de menor calado pero con el peso específico que tiene en Sevilla la religiosidad popular. Y, cuando fue designado obispo coadjutor con derecho a sucesión, retumbaron los cimientos de una ciudad acostumbrada ya al talante, presencia...
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