Alemania ha ido decidiendo su gestión de la pandemia hasta ahora en la Conferencia de Presidentes, el órgano que reúne a Merkel y sus ministros con los presidentes de los Bundesländer. Las decisiones se tomaban a puerta cerrada y sin debate público. Sin embargo, la canciller alemana no lograba desde hace ya meses imponer su criterio de restricciones duras y ha recurrido a un cambio de estrategia, una reforma de la Ley de Protección de Infecciones que permita al gobierno central de Berlín tomar decisiones sin contar con los Bundesländer. Aunque el trámite parlamentario no supone un obstáculo, puesto que cuenta con la mayoría de la gran coalición, por primera vez ha tenido que defender ante el pleno del parlamento su política de cierres. Y el debate está siendo muy controvertido.
En su discurso de defensa de la reforma, Merkel se ha apoyado en lo que dicen sus virólogos y en las llamadas de socorro de las unidades de cuidados intensivos. «¿Quiénes somos nosotros si ignoramos estas llamadas de auxilio?», ha preguntado a los diputados, y ha adoptado un tono beligerante respecto al enemigo contra el que está legislando: «El virus no perdona ninguna vacilación, no perdona ninguna falta de entusiasmo»… «La tercera ola de la pandemia tiene a nuestro país firmemente bajo control» … «Las fuerzas de los gobiernos federal, estatal y local deben estar mejor agrupadas».
Lo que Merkel está defendiendo con este leguaje de guerra es el denominado «freno de emergencia», que aplica de forma automática en todo el territorio alemán y en cuanto se supere una, incidencia de 100 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, el t
oque de queda desde las 21:00 horas hasta las 05:00 horas, el cierre total del comercio no esencial, la prohibición de viajar entre regiones y la prohibición de reunirse con más de una persona ajena al núcleo familiar, tanto en casa como en la calle.
«La situación es grave, y muy grave», ha justificado ante el pleno del parlamento, «no hay forma de evitarlo: tenemos que frenar la tercera ola de la pandemia y detener el rápido aumento de las infecciones». «No debemos dejar solos a los médicos y enfermeras. Solos no pueden ganar la lucha contra el virus en esta tercera ola, ni siquiera con el mejor arte médico y el esfuerzo más abnegado», ha apelado al sacrificio.
Pero Merkel ha tenido que escuchar esta vez a la oposición, que la ha acusado de estar introduciendo «por la puerta de atrás» recortes a los derechos constitucionales «que condenaría si los estuviesen practicando gobiernos como los de Hungría». Alice Weidel, la jefa del grupo parlamentario de Alternativa para Alemania (AfD), ha referido ante el pleno parlamentario que «nunca en la historia de la República Federal un gobierno introdujo tantas violaciones a la Constitución en un solo párrafo de una ley», ha criticado «el espíritu autoritario con el que está actuando la Cancillería» y ha reprochado a Merkel su relación con el Estado de Derecho.
«Usted desconfía de los ciudadanos hasta el punto de tratar de encerrarlos; desconfía de los Länder y de los ayuntamientos, que son la arquitectura de nuestro Estados democrático y federal; y desconfía de los tribunales, dado cobertura legal a un toque de queda que es una medida desproporcionada y anticonstitucional».
Weidel ha advertido que «los ciudadanos devolverán tarde o temprano esa desconfianza, desconfiando a su vez de un Estado que los está arrastrando a la ruina», y ha rebatido la justificación científica de Merkel, recordando que «usted solo escucha a unos virólogos, los que defienden la demencial teoría de los cierres, pero hay muchos otros que nos dicen que contra el virus se lucha con grandes inversiones en personal y equipamiento médico que usted no ha hecho durante un año».
Merkel, sin embargo, ha aludido a países europeos que han aplicado el toque de queda, entre los que ha citado a Fran Bretaña, Irlanda, Francia, Holanda y Portugal, y ha llamado a la ciudadanía a un nuevo esfuerzo, insistiendo en que la estrategia en esta tercera ola debe basarse en tres pilares fundamentales: test sistemáticos, vacunas y «freno de emergencia».
La canciller ha dedicado palabras de agradecimiento a los ciudadanos. «Nosotros, los políticos, no siempre se lo ponemos fácil», ha reconocido, «pero sin su paciencia y su compromiso nuestro trabajo no habría sido posible durante este largo, largo año». También ha dedicado palabras de agradecimiento a los partidos que componen la gran coalición, que ha soportado sin fisuras la tensión de la gestión de la pandemia. «Gracias», ha dicho, «por todo este trabajo constructivo en el que cada día cuenta».