Casi bajo las bóvedas plateadas de la Estación del Norte y con un cielo encapotado que amenazaba con romper a llorar, la banda catalana Love of Lesbian
reunió ayer por la mañana a un puñado de afortunados para presentar en directo su último trabajo discográfico, ‘V.E.H.N.’ (Viaje épico hacia la nada), que llega después de que a finales de marzo testaran la vuelta a los conciertos sin distancia de seguridad en el Palau Sant Jordi de Barcelona. En aquella ocasión, 5.000 personas, tras someterse a un test de antígenos horas antes –se detectaron 6 positivos–, se reunieron en un concierto de 120 minutos para el que se necesitaron 12 de horas previas de pruebas y un presupuesto cercano a los 200.000 euros.
En Madrid, la puesta de largo de ‘V.E.H.N.’ fue más de andar por casa: a la hora del vermut y ante unas decenas de espectadores sentados de dos en dos. El grupo arrancó con el tema que da nombre al álbum, una dura reflexión sobre la muerte con un medio tempo elegante donde destaca un Ricky Falkner, bajista, muy comedido pero efectivo. Siguió con ‘
Bajo el volcán’, única canción de su anterior trabajo discográfico, ‘El poeta Halley’, melódica y dinámica en la que guitarra y teclados lanzan ideas sencillas que se suceden en cascada tras la voz de Santi Balmes, cantante y líder de una banda que suena realmente bien en directo. Dos colaboraciones ponen la guinda al disco que hoy mismo se edita: ‘El Sur’ y ‘Catalunya Bondage’. La primera, con Enrique Bunbury, instantáneamente nos transporta al mundo de Los Héroes: esos estribillos enormes, con un bajo punzante que funciona como la seda.
Muro de sonido
Pero, como avanzaron en su insólito concierto de mediodía, a tiro de piedra del Manzanares y casi a las puertas de la Casa de Campo, ‘V.E.H.N.’ también esta formado por baladas, como la sorprendente ‘El mundo’, un registro sentimental que le queda muy bien a la voz de Balmes; o formatos electrónicos, como ‘Los irrompibles’, que es más una canción de estadio que de una explanada al aire libre. Al cabo, ese muro de sonido acaba perdiéndose entre los cláxones de Madrid. Con ‘Cosmos’, donde escuchamos más de un guiño al maestro Cerati, se despidieron de una ciudad precisamente cuando el sol empezaba a asomar entre la grisura del cielo.
La imagen de un trampolín asomándose al vacío (portada del disco) se encuentra sobre la banda durante todo el concierto, sugiriendo oscuridad sin llegar al explícito dramatismo del suicido. Funciona muy bien, en un ejercicio acertado de diseño y contrastes. ¿Es esa la ‘nada’ hacia la que viajan? ¿El fondo de una piscina sin agua? No sería tampoco sorprendente, pues todos compartimos destino. Lo difícil es encontrarle sentido al viaje y Love of Lesbian parece haberlo logrado.