A un mes de las elecciones en la Comunidad de Madrid, la candidata del Partido Popular y presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, sigue con paso firme hacia la victoria en las elecciones. La única incógnita que queda por despejar es la magnitud de su victoria y si ese triunfo servirá para encumbrar al PP en el liderazgo de la derecha española, en su pugna con Vox.
La izquierda, consciente de que el triunfo electoral de Ayuso es una realidad, aprieta el acelerador para que el trasvase de votos de Vox al PP sea cada vez menor. El objetivo es empujar al PP a un acuerdo de gobierno con Abascal que incluya la entrada de miembros de Vox en el Ejecutivo. Una baza que le permitirá acusar a los populares de gobernar con lo que ellos consideran ultraderecha, y extender esta amenaza a toda España.
Pero los populares lo tienen claro, prefieren un Gobierno en minoría de Díaz Ayuso con el apoyo parlamentario de Vox, antes de que éstos entren en el Ejecutivo.
Tal es la inquietud en el PSOE que ayer entró en campaña el exministro de Sanidad Salvador Illa acusando a Díaz Ayuso de haber «estado más centrada en atacar al Gobierno de España que en proteger a Madrid y a sus ciudadanos cuando más falta hacía». El hoy parlamentario catalán abandonó el tono moderado que le ha caracterizado y del que también hace gala Gabilondo, llegando a afirmar que la gestión de Ayuso «es el fanatismo, es el espectáculo. No hace falta que os cuente a dónde lleva todo esto».
Crispación
Illa aseguró que la crispación «que conocen bien en Cataluña» se está empezando a instalar en Madrid. «Un Gobierno al que no le interesa la gestión, que expulsa a sus socios y nos hace ir a las urnas por puro partidismo», insistió.
Estas declaraciones del exministro socialista abonan la tesis que sostienen los populares de que la situación de la pandemia va a ser utilizada por los socialistas para responsabilizar a la presidenta madrileña si se produce un aumento de los contagios en una posible cuarta ola. De hecho, a lo largo de la Semana Santa han arreciado las declaraciones del candidato socialista, Ángel Gabilondo, cuestionando el ritmo de vacunación de la Comunidad y denunciando que se ha dejado de vacunar en los centros de salud.
Abascal asume la campaña
La otra batalla que libra Díaz Ayuso es la del centro-derecha. La candidata popular está captando el voto de Vox, que se ve representado en la gestión de Díaz Ayuso. Las alarmas saltaron en el partido de Abascal y éste asumió en primera persona la dirección de la campaña. Conscientes de que Rocío Monasterio, su candidata, ha quedado eclipsada por la presidenta madrileña, Abascal es el único que puede frenar la sangría de votos que se pueden ir al PP.
Aunque el eurodiputado y portavoz del Comité de Acción Política, Jorge Buxadé, afirmó el lunes pasado, que «Ayuso no va a aglutinar nada», en relación a la concentración del voto del centro-derecha, la realidad es muy distinta. Ahora Vox centra su campaña en que solo ellos pueden contener la llegada de la izquierda a la Comunidad de Madrid.
Por su parte, la izquierda vive estas elecciones como una oportunidad imprevista de recuperar un Gobierno que está en manos del Partido Popular desde 1995. Ningún sondeo publicado ha señalado por el momento la posibilidad de que una suma de izquierdas pueda arrebatar la Puerta del Sol a una Isabel Díaz Ayuso que aparece lanzada en todas las encuestas.
Pero la segura victoria del PP encuentra ciertos interrogantes en los que las formaciones de izquierdas esperan encontrar réditos. «Siempre que se reparten de nuevo las cartas existe un riesgo y una oportunidad», manifiesta un dirigente del PSOE madrileño. La comentada pugna en la derecha, con una mayoritaria decantación del voto hacia el PP puede arrojar efectos nocivos. «Creemos que Vox entrará, pero si no entra, ella sola no llega a la absoluta», dice un diputado socialista.
Mirada a la participación
A partir de aquí, el PSOE espera que un buen dato de participación dificulte a Díaz Ayuso acercarse a la mayoría absoluta, tanto en solitario como con Vox. Los socialistas están jugando la baza de la moderación de su candidato, Ángel Gabilondo, y lanzando la idea de que se trata de un Gobierno de emergencia. En algunos sectores del PSOE se ha manifestado preocupación ya que los sondeos no apuntan un crecimiento claro. Incluso algunas muestran lo contrario.
Tres izquierdas
En Más Madrid, por ejemplo, creen que las tres candidaturas representan perfiles «muy distintos». Pueden abarcar desde «el centro hasta los electores más de izquierdas», diferenciando en esta última categoría a electores de una izquierda «más clásica» en la que reconocen que «Pablo Iglesias compite bien» y otra con más capacidad de arrebatar votantes jóvenes al PSOE donde se ven superiores. «Nunca en Madrid las candidaturas alternativas al PP han representado un espacio tan amplio», reflexionan.
Una participación alta y la eventual caída de Vox por debajo del 5 por ciento son las bazas a las que se aferra la izquierda para arrebatar Madrid al PP. Pero sin la combinación de ambos factores la empresa se antoja muy complicada. Existe además «mucha incertidumbre» por el comportamiento electoral en un martes.
Y como última pieza de este puzzle entra en juego Ciudadanos. La sensación generalizada es que finalmente no logrará representación. Pero tanto el PSOE como Más Madrid ya han abierto sus puertas a futuros acuerdos si la mayoría depende de los diputados que consigan. Los de Inés Arrimadas pretenden que la candidatura de Edmundo Bal ejerza de revulsivo y que se refleje en las encuestas según se acerque la campaña.
Difícil para el centro
Cs es consciente de que en el caso de alcanzar ese cinco por ciento tienen muchas opciones de ser determinantes en la Asamblea de Madrid. Y por eso dirigen todos sus mensajes hacia los madrileños más moderados que huyen de las posiciones más extremas de ambos lados del espectro político. Ayer en el municipio de Chinchón, Bal apeló a su formación como la única capaz de garantizar la «unión» de todos los madrileños, piensen lo que piensen y voten a quien voten.
Para Cs, Madrid supone un examen de viabilidad como proyecto autónomo en esa apuesta por el centro que trata de salvar Arrimadas. Bal por ahora hace equilibrios conDíaz Ayuso, a quien reprochan haber roto el Gobierno regional y dejado en el aire multitud de proyectos, pero con quien se abre a pactar ante la posibilidad de que sumen solos PP y Cs –siempre que Cs entre en la Asamblea de Madrid–. La suma con la izquierda es más complicada, ante la más que probable dependencia de Más Madrid y de Podemos.