Pese a la sobreinformación sobre cualquier cosa televisiva, lo de ‘Anatomía de Grey’ ha sido este año en España un misterio. Hasta que nos anunciaron que sería Disney + (plas) a través de Star la que por fin emitiría aquí la décimo séptima temporada que en EE. UU. se estrenó en noviembre. Sabíamos que en la serie de Shonda habría Covid. La propia Krista Vernoff, productora ejecutiva, había dicho: “No es posible ser una serie médica de larga duración y no contar la historia médica de nuestros días”. ‘Chicago Med’ también tiene coronavirus, pero TNT nos la sirve aquí con más retraso (acabamos de ver la cuarta y eso está en la sexta).
Vista ayer ‘Anatomía de Grey’ se percibe más vieja que si la trama fuera sobre la gripe de 1918. En marzo de 2021 vemos una acción que se desarrolla en abril de 2020. Meredith recuerda la asignatura ‘Ética ante catástrofes’, no hay EPIs para todos, escasean las mascarillas, hacen un pedido y lo que llega son cubrezapatos… Nada que ver con ‘The Good Doctor’, que dedicó los dos primeros capítulos al Covid-19 con la perplejidad por la enfermedad y los numerosos muertos, pero sin ninguna precariedad en los equipos. Fueron dos capítulos. Al principio del tercero, Freddy Highmore (Shaun Murphy) decía que a partir de entonces retratarían la esperanza en un futuro en el que no habrá que llevar mascarillas ni tomar medidas. Destrucción de la verosimilitud, la suspensión de la incredulidad de Coleridge. De toda la vida el espectador ha mirado para otro lado a la hora de juzgar con sentido crítico el realismo de lo que ve.
‘Shameless’ ha lidiado bien con el coronavirus en su undécima temporada. Con normalidad dentro de lo anormal. La gente se ha quedado sin trabajo, los negocios han cerrado, la precariedad aumentada y la mascarilla. También hay mascarillas en ‘Ley y orden: UVE’. Aunque se las pongan y quiten al tuntún. Lo de ‘Anatomía…’ es una pena porque en la serie hemos visto siempre las cosas antes que en nuestra realidad (trasplantes fecales, impresión en 3D). Ahora lo del principio del Covid se ve como un pegote antiguo entre las tramas.