Fortalecer las finanzas y acelerar la recuperación de la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex) es uno de los mayores desafíos del actual gobierno en materia económica. Con una deuda por 113,200 millones de dólares (mdd) al cierre del cuarto trimestre de 2020, lo que implica un incremento de 13.9% con respecto al 2019, según datos de la empresa.
La petrolera, que la semana pasada llegó a su 83 aniversario, es considerada una de las empresas del ramo más endeudadas a nivel global, lo cual se agrava si se considera que sus niveles de producción se mantienen estancados.
La fórmula para salvar a Pemex de esta turbulencia financiera es clara: es necesario retomar las alianzas estratégicas con la Iniciativa Privada, bajo los llamados farmouts •que la paraestatal descartó por completo en noviembre pasado•, coincidieron los analistas. “Sin estas alianzas se pone a Pemex contra la pared, porque difícilmente podrá salir adelante sola”, sentencia José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Según estimaciones de la calificadora Moody’s, la empresa productiva del Estado requerirá este año 14,700 mdd para sacar a flote su operación, lo cual debe solventar con mayor deuda o recursos del gobierno. Pemex no solo es una empresa con una elevada deuda. También es una empresa que tiene un capital negativo de 2.4 billones de pesos.
Para el cierre de 2020 sumó pérdidas por 480,966 millones de pesos (mdp). Según el reporte de la propia paraestatal, monto 38% superior al 2019.
“El propio director de Pemex reconoció en la presentación de su último informe financiero que durante el año del gran confinamiento la compañía afrontó ‘la peor crisis de su historia’”, dice De la Cruz.
Un problema de antaño Pemex arrastra un problema estructural de años que no se resolverá de manera inmediata, sentencia De la Cruz. “Desde hace más de 20 años, el gobierno mexicano decidió dejar de invertir en la empresa del Estado, a lo que se sumó una gran carga fiscal, problemas de corrupción y pasivos laborales de gran magnitud; las consecuencias las vemos ahora”, comenta el especialista.
Para Ramsés Pech, analista del sector energético de Caraiva y Asociados, difícilmente se va a revertir esta tendencia en el corto plazo, menos si la Iniciativa Privada queda fuera del proceso de recuperación de la paraestatal: “el reto no es menor y las opciones no son muchas”.
De no llegar al objetivo, los ingresos petroleros del gobierno se verían afectados, lo que representaría “un serio golpe a las finanzas públicas”, agrega.
Como parte de su plan de crecimiento, el gobierno federal apuesta por expandir su capacidad de refinación a través de la refinería Dos Bocas, en Tabasco, con capacidad instalada por 340,000 barriles por día.
“Bajo este plan de política energética, Pemex retoma un rol cuasimonopólico en el segmento de exploración y producción, mientras que de manera paralela fortalece las actividades de refinación para buscar autosuficiencia energética”, dice Luis Manuel Martínez, analista de Standard & Poor’s (S&P).
Los temores surgen porque la refinación es un modelo que ya quedó atrás en la mayoría de los países de vocación petrolera, señala De la Cruz.
Más ayuda fiscal
El Plan de Negocios de la petrolera, que se presentó a mediados de 2019, contempla reducir la carga fiscal de forma gradual para ayudar a mantener a flote a la empresa. En la aprobación de la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, los legisladores aprobaron reducir la tasa de los Derechos de Utilidad Compartida, que según la Ley de Ingresos sería reducida desde 65% de la carga impositiva de las empresa en 2019, a 58% en 2020 y a 54% en 2021, señala De la Cruz.
El plan original tiene la expectativa de que una tercera parte de los ingresos de la petrolera provenga de apoyos de gobierno en 2021. Para 2022, se dejarían los apoyos fiscales, pero aún recibiría inyecciones di- rectas de capital.
En 2024, la empresa debería ser financieramente independiente de la federación. Tan solo el año pasado, Pemex recibió 46,300 mdp en beneficios fiscales gracias al cambio legal. “El rescate de Pemex se ha concretado hasta ahora con alivios fiscales e inyecciones de capital para mantener sus finanzas a flote y revertir los casi 15 años a la baja en su producción”, dice Martínez de S&P y agrega que “la empresa espera que esta medida resulte en ahorros fiscales acumulados de alrededor de 128,000 mdp al cierre de 2021”.
El gobierno federal otorgó en febrero pasado un estímulo fiscal a la petrolera por 5,000 mdd, que fue valorado por la calificadora Moody ́s como positivo, pero insuficiente ya que se quedó con vencimiento de deuda por 9,700 mdd para este año.
El director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza aseguró durante el aniversario 83 de la expropiación petrolera, que a partir de este año el gobierno federal absorberá los pagos de amortizaciones de las deuda estatal, compromisos que representan más de 6,412 mdd.
“El presidente ofreció rescatar a la empresa y con acción lo está demostrando”, dice. Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA México dice que “Pemex necesita alrededor de 20,000 mdd anuales y la única forma de obtenerlo es atrayendo capital privado, porque no hay espacio fiscal en México para que el gobierno aporte esos recursos”.
Producción estancada
Aún con la inyección de capital, la demanda por el llamado oro negro permanecerá débil durante el primer trimestre del año, debido a las restricciones de movilidad social y económica que existen en algunas partes del mundo a causa del covid-19.
Para el segundo semestre, a medida que el proceso de vacunación de la población avance y la economía retome su ritmo, la demanda mejorará, pero no a un ritmo acelerado, dice De la Cruz.
En México, la producción de petróleo total (Pemex y empresas privadas) se mantiene estancada. Durante 2020 fue de 1,665 miles de barriles diarios (mbd), en promedio, lo que representó una caída de 0.8% con respecto a un año antes (1,679 mbd), según datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).
“Para 2021 veremos una producción muy similar, con altibajos al pasar de los meses, pero sin aumentos considerables”, estima Ramses Pech.
Además recordó que, en enero, México acordó con la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) mantener su recorte de producción petrolera en 100 mbd hasta este mes, tal como se pactó el año pasado para apuntalar los precios del crudo a nivel mundial.
“Sin embargo, una vez terminado el plazo, no habrá un crecimiento exponencial, no existen las condiciones”, señala el especialista de Caraiva y Asociados, quien puso en duda que se alcance el nivel fijado para 2021, de 1,857 mbd.
Ante ese panorama, dijo, se espera un año “complicado y aún con mucha incertidumbre”, porque los indicadores petroleros van a estar en función de la duración de las restricciones a la movilidad, la rapidez con que se vacune a la población y el tiempo que va a durar esa inmunización. “Esos tres factores te van a decir qué tanto crudo se debe producir”.
El Departamento de Energía de Estados Unidos, uno de los principales productores de hidrocarburos en el mundo, estimó que el mercado petrolero y de petrolíferos tarde hasta una década en regresar a los niveles de 2019, “debido a que la pandemia desencadenó un impacto histórico en la demanda de energía”.
Una vez pasado el impacto del coronavirus, los países van a depender de la regionalización de las economías, por lo que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca cobran especial importancia para el país estadounidense, sobretodo en el tema a los candados a la inversión privada en el sector energético, considera De la Cruz.
Si bien el año pinta aún con incertidumbre para Pemex, con una producción estancada pero estables, las calificadoras como Moody’s tienen una perspectiva negativa de la industria, ya que el moderado crecimiento económico que se espera para este año limita la demanda por petróleo en todo el mundo, el cual va a enfrentar nuevos desafíos en la era Biden, mientras que los farmouts quedaron en el pasado.