En cuanto Joe Biden juró el cargo a mediodía del miércoles, sus asistentes irrumpieron en el Despacho Oval a hacer todos los cambios previstos en un plazo récord, menos de tres horas. Debían cambiar cuadros y bustos, reemplazar una gigantesca alfombra, mover banderas y, en suma, borrar todo lo que recordara a Donald Trump del que fue su sitio de trabajo durante cuatro largos años. Limpiaron todo, desinfectaron cada milímetro y dejaron la oficina en perfecto estado y adaptada a los gustos de su nuevo inquilino. A su jefe le dieron una carta que Trump había dejado sobre la mesa, a pesar de que este se negó a encontrarse con su sucesor y se marchó de la residencia en helicóptero...
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