El vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, se desmarcó del presidente Donald Trump, quien lo había presionado públicamente este 5 de enero para que bloqueara la certificación de Joe Biden como presidente legítimamente electo.
Trump quiere revertir los resultados de las elecciones de noviembre, en las cuales la fórmula demócrata de Joe Bien y Kamala Harris ganaron tanto el voto popular como el voto del Colegio Electoral.
Momentos después de informar a los legisladores que iba a rechazar las presiones de Trump, Pence dio por iniciada la sesión conjunta del Congreso en la que se contarán los votos electorales de Biden, dejando en firme su victoria antes de su toma de posesión el 20 de enero.
Como vicepresidente de la República, Pence tiene la obligación constitucional de presidir la sesión bicameral del Congreso en la que se se cuentan los electores de Biden. Trump había declarado que estaría «muy decepcionado» con su vicepresidente si se negaba a intentar bloquear la victoria de BIden.
En una carta de tres páginas que distribuyó entre los legisladores, Pence aclaró que no tiene autoridad constitucional o legal para revertir o rechazar una elección que, además, ha sido certificada como válida en todos los estados y por instancias judiciales estatales y federales.
En la misiva expresó que no cree que «los Padres Fundadores hayan buscado darle autoridad unilateral al vice presidente para decidir que votos electorales deberían ser contados durante la Sesión Conjunta del Congreso, y ningún vice presidente ha hecho uso de esa autoridad«.
Después de saberse la decisión de Pence, Trump lo criticó por medio de su cuenta de Twitter: «Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haberse hecho para proteger nuestro país y nuestra Constitución, dando a los estados la oportunidad de certificar un conjunto de hechos corregidos, no los fraudulentos o inexactos que se les pidió que certificaran previamente. ¡Estados Unidos exige la verdad!».
Parece que no hay forma de que Trump acepte la victoria de Biden, a pesar de que ha perdido más de 60 demandas judiciales y ha derrochado decenas de millones de dólares en una infructuosa defensa legal dirigida por Rudolph Giuliani.
Afuera del Congreso, el mandatario saliente arengaba a sus seguidores y fanáticos y exigía a los legisladores que no certificaran los votos de los colegios electorales de los 50 estados. «Espero que haga lo correcto. Si lo hace, ganamos la elección. Si no lo hace, será un día triste para nuestro país», gritaba a viva voz.
A mitad de la sesión, cientos de seguidores de Trump violaron la seguridad del Capitolio y se metieron a la fuerza, logrando que la sesión entrara en receso y se interrumpiera la certificación de los votos.
Según publicó la agencia AP, el Senado fue evacuado de todos sus legisladores y funcionarios tanto del edificio central como de dos anexos: senadores y representantes tuvieron que salir con escolta debido a que, afuera, la masa enardecido por el presidente se había tornado violenta.
Los manifestantes, entre los que destacan el grupo guerrillero armado Proud Boys, derribó las barricadas de metal pasada las 13:00 hora local, e ingresaron a los distintos salones del Capitolio con banderas de apoyo a Trump. Las pocas decenas de policías que vigilaban el entorno no pudieron evitar la estampida.
