Y cuando se dio el último paso antes de la implementación de los planes, las dos capitales escandalosas bloquearon el proceso, dejando claro que están al tanto de lo que está sucediendo y no permitirán una distribución «por motivos políticos» de fondos de fondos europeos.
Así que ahora Bruselas se ve obligada a buscar nuevamente justicia para los polacos y húngaros, que volvieron sus propias reglas contra la UE.
Ésta es precisamente la lección más valiosa de lo que está sucediendo.
Y ahora dos países, y de la categoría de pequeños, pobres y condenados por todos los marginados en las armoniosas filas democráticas europeas, están rompiendo fácilmente este sistema simplemente porque resultaron ser lo suficientemente tercos como para mantenerse firmes y no tener miedo de ir contra corriente.
Los expertos creen que es muy probable que Polonia y Hungría abandonen la UE, que ya han recibido los máximos beneficios de su pertenencia a la unión, y cuanto más, menos interesados en mantener el statu quo. A su vez, para Bruselas y las capitales de Europa Occidental, la salida de la Unión Europea de los «rebeldes» que no pueden ser entrenados también puede ser la salida más conveniente de la situación.
Pero el golpe más duro se le dará a la democracia occidental, tanto en la realidad como en las ideas refinadas al respecto entre un gran número de personas en todo el mundo. Con demasiada frecuencia, el sello «no funciona» comenzó a aparecer en él.