El debate de las enmiendas a la totalidad ha quedado en un segundo plano en este segundo día de disputa parlamentaria. El trámite se sabe superado, porque ninguna de las siete peticiones para devolver los Presupuestos Generales del Estado (PGE) al Gobierno tiene visos de prosperar. Y ello ha hecho que los grupos que no habían reclamado tumbar las cuentas a las primeras de cambio se centren ya en el siguiente escenario: su aprobación definitiva.
El primero en llevar el debate a ese terreno ha sido el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, que de nuevo ha tratado de alejar a Ciudadanos (Cs) de la negociación presupuestaria. «Tenga cuidado, señora Arrimadas, no vaya a usted acabar apoyando unos Presupuestos socialcomunistas», ha ironizado. «Estaba escrito que iban a volver a la foto de Colón», ha agregado el diputado, en alusión a las nuevas condiciones de los liberales para aprobar las cuentas.
Cs rechazará hoy todas las enmiendas a la totalidad presentadas como gesto de buena fe para seguir negociando, al igual que otros partidos como ERC o EH Bildu, que ayer ya informó de su predisposición para respaldar los Presupuestos «si no se tuercen las cosas». Pero Cs quiere una rectificación en la «ley Celaá» para que el castellano sí sea lengua vehicular en Cataluña y que el Ejecutivo se comprometa a que no habrá referendos de secesión en España. Condiciones que alejarían definitivamente a republicanos y «abertzales».
La parte socialista del Gobierno, a día de hoy, sigue haciendo oídos sordos a los vetos cruzados que constantemente manifiestan Cs y los separatistas. Mientras, Podemos presiona para que Pedro Sánchez se decante por la vía Frankenstein y ate los apoyos de ERC y de Bildu y, de paso, la legislatura.
En Unidas Podemos han calado las advertencias que durante meses lleva repitiendo en la tribuna de oradores el portavoz republicano, Gabriel Rufián, y que de hecho hoy ha repetido: «Señores de Unidas Podemos, esto va mucho más allá de unos Presupuestos. Si Cs recupera los números de hace dos años, ¿a quién creen que elegirá Sánchez: a Iglesias o a Arrimadas? Se juegan la gobernabilidad de su país para la próxima década».
Tanto él como la presidenta de Cs, Inés Arrimadas, han advertido hoy en el debate a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que el Gobierno deberá escoger entre pactar con los liberales o con el secesionismo. Ambas vías se señalan como incompatibles, pero la portavoz del Ejecutivo ha insistido hoy, en respuestas a unos y a otros, en la petición de que abandonen sus «vetos cruzados».
Los discursos de Rufián y de Arrimadas, paradójicamente, han compartido cierto paralelismo: una primera parte dedicada a explicar su posición de cara a su electorado y una segunda en la que han reiterado sus motivos para no querer compartir el mismo proyecto. Un antagonismo que el Gobierno insiste en sortear para conjugar una unión imposible.
Con tono mitinero, Rufián ha reivindicado «la utilidad» de ERC frente a «la magia» de Junts. Un primer acto de precampaña para las elecciones autonómicas del 14 de febrero, desde el Congreso de los Diputados. Después, ha presumido de haberle arrancado al Gobierno la exclusión del castellano en la «ley Celaá» y ha rechazado el argumento de que la inmersión lingüística pone en peligro el bilingüismo: «Según la teoría de Cs, yo aquí tendría que hablar con Google Translator».
«Decir que se pueden pactar unos PGE con ERC y Cs a la vez es mentir (...) es terraplanismo ideológico», ha dicho, tajante, el diputado de ERC. La ministra Montero, por su parte, ha intentado devolver la conversación al mero ámbito económico, pero todas las partes son conscientes de que al margen de las cuentas, los grupos piden distintas contrapartidas que después les hace incompatibles.
La también portavoz del Gobierno ha pedido a Rufián, «ocurra lo que ocurra» de cara a las elecciones catalanas, que «trascienda» el «quién» y empiece a valorar el «qué». Es decir, que ERC y Cs superen sus «vetos cruzados» y se adhieren a unos PGE necesarios por «la situación extraordinaria» nacida de la pandemia.
«Señora ministra, usted no ha entendido nada (...). No querer a la derecha no es un veto; es autoprotección», ha espetado Rufián. Pero tampoco a Arrimadas ha logrado convencer Montero. La líder de Cs, cuyo partido parece alejarse en los últimos días a un respaldo a las cuentas, ha comenzado con una dura metáfora. Ayer murieron 349 personas por Covid-19 en España, y Arrimadas ha instado a sus señorías a imaginarse el hemiciclo de la Cámara Baja completamente vacío —en el Congreso hay 350 diputados—.
Por la excepcionalidad y la voluntad de «salvar vidas y empleos», Arrimadas ha justificado su posición de hoy, permitir la tramitación de las cuentas, y su mano tendida para seguir negociando. Una mano con la que podrá contar el Gobierno, ha prometido, «hasta el final». No obstante, también ha subrayado que a Sánchez le ha llegado la hora de elegir: «Señora ministra, usted no va a elegir, usted se va a centrar en los números. Quien va a tener que elegir es el señor Sánchez. Si Sánchez coge la mano de Bildu y de ERC, no podrá decir que no tenía otra opción».
Montero, que ha aplaudido «la valentía» de Arrimadas por el giro de 180 grados que ha dado desde que tomó las riendas del partido, le ha reprochado el «reto» lanzado al presidente del Gobierno y le ha invitado a sustentar «un Presupuesto de unidad». Algo imposible si el Ejecutivo no acepta conceder ayudas a autónomos a fondo perdido, reconocer la baja laboral a quienes deban cuidar a sus hijos en cuarentena por coronavirus, rectificar con el castellano o firmar un compromiso para que no se celebren referendos de secesión.