MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
El precio de los carburantes ha proseguido esta semana su tendencia bajista, a pesar del encarecimiento en el precio del petróleo registrado desde el pasado lunes, y ha encadenado un nuevo descenso, tras abaratarse hasta un 0,29%.
En concreto, el precio medio del litro de gasolina ha caído por cuarta semana consecutiva, situándose en los 1,142 euros, tras bajar un 0,26%, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea recogidos por Europa Press.
Por su parte, el precio del gasóleo ha encadenado su tercera caída consecutiva, con un descenso también del 0,29%, para situarse en los 1,014 euros el litro.
Este nuevo abaratamiento se registra en una semana marcada por el alza en los precios del crudo ante el anuncio de una pronta vacuna contra el coronavirus. Así, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cotizaba este jueves a 43,7 dólares, mientras que el Texas americano se intercambiaba a 41,28 dólares.
No obstante, los datos del Boletín Petrolero de la UE corresponden a la media de los precios diarios de la semana anterior, por lo que existe un decalaje entre los precios publicados y los precios reales.
De esta manera, los carburantes prosiguen con las caídas en sus precios, después de la tendencia al alza que vivieron a lo largo del periodo estival, con incrementos desde el pasado mes de mayo, cuando descendieron a mínimos por el desplome registrado durante el confinamiento por el coronavirus.
A pesar de esta estabilización de las últimas semanas, el litro de gasolina todavía se mantiene en torno a un 6,1% más caro frente a esos mínimos de mayo, mientras que en el caso del gasóleo su precio es un 3,3% superior.
No obstante, la gasolina sigue estando más barata en España respecto a la media de la Unión Europea (UE) y la zona euro, donde el litro cuesta 1,239 euros y 1,282 euros, respectivamente, al mismo tiempo que el litro de gasóleo cuesta de media 1,099 euros en la UE y 1,115 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.