Dentro de todo aún crece en muchos el optimismo. Sé que ha sido duro lo transcurrido en este todavía inicio del milenio. Me han llegado muchos comentarios a mis cuentas electrónicas acerca de mis más recientes colaboraciones en estas páginas. Cada vez que me veo escribiendo “cuentas electrónicas” me asombro porque, en realidad, las manejo poco: no me gustan, las veo hasta incómodas porque acercan los pensamientos a la mentira. Debe ser por eso que mis personajes de ficción nunca han tocado un celular o han abierto un mail.
Total, fuera de eso, leí en un post de la muerte de un hombre, padre de una gran amiga mía. Lo siento. Ella, contrario a lo que pueda creerse, elabora una celebración a la vida. Lamenta su pérdida sin derrotarse. Dice que él se fue por el bicho pero que nosotros nos debemos quedar para verlo caer un día. Ahí quedan las fotos, los recuerdos.
Me sigue torturando que haya tan poco entendimiento: veo a las personas arremolinadas en pequeños espacios. ¿No es ya duro el sentimiento de la vida como para andar por ahí en riesgos innecesarios? Un bicho devastador recorre al mundo.
Estoy viviendo en la otra orilla del agua, en el Mediterráneo. Echo de menos mis actividades cotidianas pero estoy confiando leyendo lo que puedo en la solariega casa del catalán Vicente Alcurnia y de su amable mujer doña Gina Monteros. Gracias por su hospitalidad.
Todo lo que transcurre en México me llega a través de los cables convencionales que usaban hace tiempo los periodistas. De vez en cuando miro un canal de la TV española que trata noticias de mi país. América Latina es un polvorón.
¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe. Me alejo mejor de los discursos de los políticos porque mienten, tanto o más que las redes sociales. Entonces no se halla la verdad más que en lo verdaderamente humano.
Y “Lo humano en busca de lo humano” —Witold Gombrowicz— muchas veces no es un medicamento, es una expresión, una palabra, apretar la mano del que sufre.
Por eso mismo tengo razones para celebrar la vida como lo hizo mi amiga ante la desaparición física de su padre. “Con tu muerte esto no ha terminado / aquí estaremos para atestiguar que no haga más daño ese invisible bicho”.
De este lado del agua veo lo que transcurre allá. Celebración: gracias, vida.