El presidente republicano Donald Trump representaba en cierta manera un importante factor en la lucha en contra del sistema neoliberal, pues defendía a la gente de su país sobre los intereses de las grandes corporaciones.
Las grandes corporaciones tienen como único objetivo el lucro, obtener a toda costa cada vez mayores ganancias, ello las inducía a trasladarse a lugares en donde sus costos de producción como la mano de obra fueran menores y en donde la regulación estatal como la ambiental fuera más permisiva, con estos incentivos miles de industrias norteamericanas, más de cincuenta mil, y de otras partes del mundo se trasladaron a China desde que ésta ingresó a la Organización Mundial de Comercio en el año 2000, convirtiendo a China en la fábrica del mundo y en la potencia hegemónica emergente del siglo XXI.
La salida de Donald Trump implicará un triunfo para el sistema neoliberal que no es otro que el dominio de las corporaciones aliadas ahora a una nueva hegemonía emergente cuya sede se trasladará o por lo menos se compartirá entre Washington y Pekín. Es de esperarse que, sin Donald Trump, Estados Unidos y el mundo entero sigamos adquiriendo mercancías de manufactura China y debilitando nuestros mercados internos en la medida en que continúen emigrando las fábricas, industrias y manufacturas a China.
Todo ello sin contar además el golpe bajo durísimo que en vidas humanas y en desempeño económico ha dado el Covid 19 en todo el mundo, acercándose al millón y medio de decesos, con excepción de China que “milagrosamente” sólo muestra menos de cinco mil decesos por este mal. China, el país en donde se originó el Covid 19, tiene el veinte por ciento de la población mundial y sólo el punto treinta y ocho por ciento de los decesos ocurridos, mientras Estados Unidos tiene menos del cinco por ciento de la población mundial y más del veintidós por ciento de los decesos en el mundo.
Sabemos por la experiencia vivida estos últimos treinta años, que el sistema neoliberal ha traído dos efectos terribles y que incluso ponen en riesgo la viabilidad de la vida humana, la desigualdad brutal y la destrucción del medio ambiente. Es necesario que los nuevos líderes mundiales con arraigo y auténtica legitimidad y representación popular, como el actual presidente de México Andrés Manuel López Obrador y el presidente Joe Biden y su fantástica compañera de fórmula Kamala Harris, junto con todos los líderes mundiales busquen lograr una regulación uniforme tanto en lo que respecta al cuidado del medio ambiente como a la remuneración laboral, justamente para alcanzar una menor desigualdad haciendo que las corporaciones compartan sus beneficios a los trabajadores en todo el mundo y evitar urgentemente la destrucción de la vida humana en el planeta.
* Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.
