La unanimidad socialista nunca se resquebraja, haga lo que haga el líder de turno. Ese rasgo aporta una gran ventaja política, al coste de una honda desventaja moral. Pero para percibir el arañazo de esta última es preciso llevar algo en el equipaje. Algo más que la desordenada codicia del que no conoce ni a su padre cuando se trata de pillar.
Recuerden la ingenua teoría de los cincuenta hombres buenos de Guerra que iban a echar atrás aquel maldito Estatuto catalán. Nadie que conociera el percal podía engañarse, pero qué le vamos a hacer si al PSOE siempre se le otorga el privilegio de una duda que ya se despejó en el 83. No quiero irme al Paleolítico, que entre...
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