Zinedine Zidane es el único entrenador es el único entrenador del mundo que puede decir que el Camp Nou es su estadio idóneo para superar una crisis galopante. En ese campo, y frente al mejor futbolista del mundo, presenta el mejor balance de un entrenador del Real Madrid. Tres victorias, tres empates y ninguna derrota definen su andadura en el coliseo azulgrana. Esta última visita era muy diferente a todas las demás. Llegaba señalado, fusilado, vilipendiado, criticado, vapuleado y puesto en la diana del despido después de dos derrotas, ante el Cádiz y el Shakhtar, que ya suscitó en el ambiente exterior la búsqueda de su relevo en el banquillo.
El francés había sido elegido como el máximo culpable, pero los futbolistas sabían que los principales responsables, aunque su jefe se equivocara en las alineaciones, eran ellos mismos. Zizou había alineado a 18 de sus hombres en esas dos derrotas. Había dado oportunidades a todos y le habían fallado. Ayer, en el Camp Nou, demostraron una concentración que no tuvieron en los dos fiascos anteriores. Zinedine dio la clave de una victoria salvadora: «Me ha gustado la piña del grupo, todos abrazados. Estoy orgulloso de mis jugadores». Su capitán, Ramos, profundizó en ese factor determinante: «En el abrazo final de todo el equipo es donde se ve reflejada la unidad del grupo».
Al límite, más peligrosos
El mundo del fútbol es tan volátil que el Real Madrid ha traspasado gratis su crisis futbolística al Barcelona en noventa minutos de Liga. Antes del clásico, Zizou se jugaba su futuro. Las visitas al Barcelona y al Borussia Moenchengladbach (el martes) marcaban su porvenir. Si tropezaba en las dos salidas su continuidad se tornaría complicada. Butragueño puso tranquilidad ante ese pulso en el alambre: «Son muchos años en el fútbol, sabemos que cuando un resultado no es el que esperamos hay muchos comentarios. Estamos muy contentos con la plantilla y sabemos lo que significa Zidane».
Esa realidad al límite puso en alerta máxima a la plantilla madridista. Tenían que salvar el pescuezo de su entrenador, porque eran ellos los primeros culpables. Todos, Zidane y sus hombres, estaban heridos en el orgullo. Y dentro del vestuario, un centrocampista veterano expresaba esta afrenta: «Cuando nadie cree en nosotros es cuando este equipo es más peligroso». Se cumplió la advertencia y el francés exteriorizó esa sensación del ego dolorido: «Sabemos jugar al fútbol, no se nos ha olvidado. Nos hemos reivindicado».
El marsellés analizó su triunfo en el clásico: «Fuimos un bloque compacto. Hicimos un buen partido y hay que disfrutar de la victoria después de lo que dijeron de la plantilla, pero solo son tres puntos y ya debemos pensar en el encuentro del martes en Moenchengladbach», segunda jornada de la fase de grupos de la Champions.
El entrenador madridista valoró las críticas soportadas en una semana muy dura: «No estamos para callar bocas, no sé si las críticas son injustas o no. La única cosa es creer en lo que hacemos. Hay que entrar al campo con confianza para hacer lo que sabemos hacer. Con esta victoria recuperamos la confianza, pero nada más, solo son tres puntos. Y con las críticas que hemos tenido estos días teníamos que sentarnos, hablar y jugar y lo hemos hecho más juntos. Ha sido una victoria de equipo en un partido perfecto».
«Sabe a gloria»
El Real Madrid se transformó con la fe que Ramos inspira en el equipo. Disputó su cuadragésimo quinto clásico y anotó su quinto gol, un penalti que Lenglet le hizo a él mismo. Zidane habló de su capitán: «Ya sabemos lo que es Sergio y me alegro de que no se haya resentido y se encuentre bien después del encuentro». Le necesita el martes en la «final» de Moenchengladbach.
Ramos definió la entereza de sus compañeros: «Hemos luchado, hemos corrido juntos y sobre todo hubo comunicación». El sevillano, además, valoró las críticas: «Llevo 16 temporadas aquí y una crisis en el Real Madrid es perder dos partidos. Hay que dejar a un lado la crítica, que solo trata de desanimar. Los tres puntos saben a gloria en el campo del eterno rival».
Courtois, salvador, estuvo muy bien en tres paradas decisivas y fue contundente a la hora de analizar el triunfo: «Esta camiseta merece que luchemos por ganar siempre. Son tres puntos que nos llenan de confianza. La gente podía dudar de nosotros, lo bueno es que nosotros y el míster nunca hemos dudado, somos un equipo unido», aportó el belga.
Mientras, Nacho sufrió problemas en el cuádriceps derecho y entró Lucas en su lugar realizando un gran partido, pues dio pases de gol que Neto detuvo en dos ocasiones a remates de Kroos y de Ramos. Valverde, por su parte, fue sustituido por sentirse mareado y Modric cubrió su baja. El croata, que también marcó un golazo ante el Shakhtar, anotó el 1-3 en un buen gol de serenidad que derivó en el simbólico abrazo colectivo. Todos respondieron ante una situación crítica de su jefe y la sensación interna, íntima, era: ¿Por qué no lo hicimos igual en los dos partidos anteriores?