Antonio J. empezó a sentirse deprimido durante el confinamiento. Este alicantino de 70 años, viudo, era un hombre con una vida activa y un estado de ánimo que entraba en la normalidad. Durante el largo encierro a causa de la pandemia de coronavirus no pudo ver a sus hijos y nietos e inició un cuadro depresivo que derivó en un terror a salir a la calle. Se negaba a ver a su familia por si se contagiaba y a menudo llamaba al centro de salud para preguntar si las molestias inespecíficas que le aquejaban podían ser debidas al covid-19. Hoy en día, y con apoyo psicoterapéutico, vuelve de nuevo a relacionarse con su familia manteniendo las medidas de seguridad y ha retomado algunas de sus actividades cotidianas previas. Ya está empezando a relacionar sus molestias físicas con ansiedad y no con el virus por lo que no necesita llamar continuamente a su médico.