Más allá de los personajes históricos a los que se ha endosado ese calificativo -el torero regiomontano Lorenzo Garza sería, en México, el ejemplo más reconocido- el “ave de tempestades” es, en efecto, un espécimen zoológico cuyo nombre científico, petrel, supuestamente proviene de Petro o Pedro, alusivo a su capacidad para sobrevolar a ras de las olas, por agitado que esté el mar o huracanado el viento, como hiciera, según el relato evangélico, el Padre de los Apóstoles. El petrel atrapa ágilmente los peces o crustáceos que llevan las olas a la superficie antes o después de una tormenta. Los navegantes asocian su presencia con el mal tiempo, y por ello lo llaman también el “ave de las tempestades”.
-II-
Sirva la cápsula precedente como preámbulo al tema del día: la encuesta telefónica difundida ayer por El Universal, según la cual el Presidente López Obrador mantiene 53.4% de aprobación entre los mexicanos; 36% de los encuestados lo desaprueba, y 10% se abstiene de calificarlo. En otro rubro, 52.4% de los encuestados lo considera capaz, y 46.3% incapaz de resolver los problemas (de salud, economía, seguridad, etcétera) del país. Las cifras denotan división de opiniones (como solía suceder en los tendidos cuando toreaba Garza) con respecto a si el país mejora o empeora bajo su mandato, o si cumplirá sus promesas de campaña.
Los comentarios de las encuestas, como los vítores o los abucheos en las plazas, subrayan las posiciones. Independientemente de quienes consideran “sesgada”, “tendenciosa” o “cuchareada” la encuesta, López Obrador, para sus partidarios más recalcitrantes, “pasará a la historia como el Presidente que liberó a México de una de las peores dictaduras de la historia”; para sus críticos más virulentos -más allá de los sarcasmos alusivos al crecimiento económico negativo, las miles de muertes ocasionadas por el coronavirus, la criminalidad incontenible, la impunidad insuperable, el desempleo, el precio de las gasolinas, etcétera, más la aseveración de que “está llevando a México al comunismo”- se trata nada menos que del peor entre todos los malos gobernantes que este sufrido país ha tenido.
-II-
O ángel, o demonio. O blanco, o negro... Sin grises. Sin matices.
Quizá venga al caso la declaración de Camilo José Cela tras la polémica que generó el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura en 1989: “Unos me consideran un mamarracho; otros, un genio. Algunos deben estar equivocados..., pero lo más probable es que todos lo estén”.
