El Bayern confirmó los peores presagios y desbarató los débiles argumentos de los escasos optimistas que aún quedan en el entorno culé. Lo vaticinó Lothar Matthäus hace una semana y el Barcelona se lo tomó como una ofensa en lugar de verlo como un aviso. «El Barça de hoy ya no es el de antes. Ya no me da miedo. Creo que el Bayern tendría que equivocarse mucho y hacer las cosas mal para perder ante este Barcelona», advirtió el exjugador teutón.
La contundente derrota ante el Bayern convierte al equipo azulgrana en el peor de la ultima década y le deja en blanco tras doce años logrando como mínimo un título. Desde la temporada 2007-08, la última de Ronaldinho y Frank Rijkaard, no se repetía una campaña tan nefasta. Tras ganar 29 títulos (8 Ligas, 6 Copas y 3 Champions entre otros) en 11 años, el Barcelona confirma el final de una fructífera era.
La derrota y, sobre todo la imagen mostrada al mundo en el torneo más prestigioso de Europa, tendrá consecuencias. Ya lo advertía Leo Messi a principios de temporada cuando daba por sentado que «con lo que tenemos no nos da para ganar la Champions», y varios meses después se dio cuenta que tampoco les llegaba para ganar la Liga. La goleada del Bayern, además, pone a Quique Setién a los pies de los caballos. Aunque el técnico ha sido confirmado repetidamente por Josep Maria Bartomeu cada vez que el equipo sufría un varapalo, lo cierto es que desde en la planta noble del Camp Nou se ligaba el futuro del entrenador a un buen papel en la Liga de Campeones. Hay que tener en cuenta que nunca fue la primera opción para relevar a Ernesto Valverde (Xavi y Koeman eran las preferencias de la directiva y de la dirección deportiva) y que cuando el equipo zozobraba en la Liga, se pensó en García Pimienta, entrenador del filial, para que asumiera el mando de forma interina.
Setién ha dictado su sentencia y ni siquiera contará con el apoyo del vestuario, con el que mantiene una relación impostada que acabó anoche. Su decisión de dejar a Griezmann, el fichaje estrella de esta temporada (120 millones de euros), en el banquillo fue decisiva, confirmó su cobardía y su traición al manual de Cruyff. Prefirió apostar por un 4-4-2 sacrificando a un delantero para tratar de frenar al Bayern.
Mala gestión
La dolorosa eliminación, que reabre las cicatrices de Liverpool y Roma, confirma la mala gestión deportiva y los vaivenes del club, que se han ido sustentando en las genialidades de Leo Messi. La inversión económica ha sido desproporcionada y estéril (se han gastado 400 millones en Griezmann, Dembélé y Coutinho, tres jugadores suplentes ayer), no se ha sabido rejuvenecer a la plantilla (siete futbolistas habituales ya disputaron la final de Berlín en 2015 y superan los 30 años) y se ha apostado por un técnico sin pedigrí que nunca mejoró a Valverde y al que ahora deben buscar relevo.
