Dado que aún no pueden viajar turistas a Italia, ni tampoco pueden llegar a Roma personas de otras regiones del país, el Papa sigue teniendo la audiencia general en la pequeña biblioteca del Palacio Apostólico.
Y aunque asisten sólo un puñado de monseñores de la secretaría de Estado encargados de traducir la catequesis de Francisco a otros idiomas, el Papa interactúa con ellos y con la cámara con la espontaneidad de cuando hace dos meses hablaba en la plaza de San Pedro a miles de personas.
Esta mañana ha elogiado en su catequesis la oración de las personas sencillas, que rezan para no ceder a ambientes de pecado, violencia y maldad. Según Francisco, aunque pasen desapercibidos, «ellos consiguen que se escriba de un modo diferente el destino de la humanidad».
«Recuerdo la historia de un importante jefe de gobierno, ateo, no de ahora sino de tiempos pasados…», ha evocado el Papa saliéndose del texto que tenía preparado y sembrando la duda sobre a quién se refería.
«Él no tenía en su corazón un sentimiento religioso, pero cuando era niño escuchó rezar a su abuela rezar, y eso se le quedó dentro», añadió. «En un momento difícil de su vida, ese recuerdo volvió a su corazón: la oración de esa anciana. Él empezó a rezar con las cosas que su abuela decía y encontró a Jesús allí», aseguró sin desvelar la identidad del jefe de Estado ateo.
Curiosamente, cuando Francisco visitó a Fidel Castro en La Habana septiembre de 2015, el anciano ex presidente de Cuba le regaló el libro «Conversaciones con Frei Betto», en el que explicaba su visión sobre la fe, y destacaba la influencia de su abuela Dominga, «una persona muy religiosa».
«Semilla de vida»
En la audiencia general, el Papa explicó que quienes responden al mal y a la violencia con oración, «siembran vida, hacen una cadena de vida». «Por eso es tan importante enseñar a rezar a los niños. Y por eso me duele cuando no saben hacerse la señal de la cruz», añadió mientras imitaba este gesto de un modo precipitado. «Enseñadles a persignarse bien, que es la primera oración. Tal vez la olviden, y de grandes tomen otro camino, pero esa oración permanece en sus corazones y es una semilla de vida, semilla de diálogo con Dios», dijo.
Según Francisco, «el poder de Dios pasa por hombres y mujeres que, a menudo, son incomprendidos o marginados por sus contemporáneos. Pero, gracias a su oración, Dios muestra su misericordia y su bondad al mundo. Su oración trasforma el desierto del odio en un oasis de vida y paz». «Os invito a redescubrir la fuerza que tiene la oración de los «amigos de Dios», y a vivirla nosotros mismos», concluyó.
Aunque es probable que se mantenga aún algunas semanas este formato de audiencia general en la biblioteca papal, el Papa sí que rezará ya desde este domingo el Regina Coeli y el Ángelus desde la ventana de su estudio
. Eso sí, se limitará el acceso de peregrinos a la plaza de San Pedro para asegurar que se mantienen las distancias de seguridad y que se evita el contagio.