El proyecto Oeste Ibérico: la conservación del Gran Ecosistema simboliza la tarea de quince años de la Fundación Naturaleza y Hombre, un trabajo transfronterizo que cubre 2,5 millones de hectáreas en las provincias de Salamanca, Cáceres y Zamora y en el centro de Portugal. Es un territorio donde se dan especies como el buitre negro, la cigüeña negra o el lince ibérico, y hábitats como la dehesa de Quercus o los bosques de ribera.
«El espacio natural del Oeste Ibérico -explica Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre- incluye cañones fluviales, como los Arribes del Duero, dehesas, sierras y estepas cerealistas, todo un continuo de naturaleza, el mayor que existe en Europa Occidental, y que encierra unos valores naturales excepcionales».
La aprobación de nuevas Reservas de la Biosfera del programa Unesco es uno de los objetivos de la institución. Pero, además, el trabajo de La Fundación Naturaleza y Hombre busca concienciar a los propietarios de la importancia de poner en práctica un modelo de desarrollo rural respetuoso con el territorio. En colaboración con ellos «estamos haciendo una red de reservas y fincas biológicas. Esta red llega ya a las 20.000 hectáreas (para 2020 serán 40.000), que incluyen tres reservas principales: Campanarios de Azaba, Riscos del Águeda y Sierra de Gata».
Los problemas que acechan al Oeste Ibérico son múltiples, pero también las soluciones: «Por un lado, tenemos el abandono rural de la población, con zonas abandonadas y esto provoca un riesgo de fuegos. Nuestro modelo consiste en combinar el aprovechamiento ganadero y el ecoturismo, contribuyendo además al desarrollo rural porque genera empleo. En la zona de dehesa normalmente las superficies de aprovechamiento son mayores, aunque existe algo de sobreexplotación por excesivas cargas ganaderas. Y donde hay problemas de sobreexplotación estamos diseñando técnicas para ayudar a los propietarios a que sin perder rentabilidad en su finca podamos mejorar la biodiversidad».
Custodia del territorio
Para minimizar los problemas ambientales asociados a las actividades agrícolas, ganaderas y cinegéticas «se cierran lagunas, restauran charcas para mejorar la calidad de las aguas, aumentando la capacidad de agua de las propiedades o bien permitiendo el acceso en puntos concretos para abrevar». Otro asunto importante es la regeneración de la dehesa, limitada por la excesiva carga ganadera de muchas fincas. «Ayudamos protegiendo el arbolado y prestando asistencia a los propietarios», declara Sánchez. Otro problema que tiene la dehesa es la seca. Reducir sus efectos es trabajo de la Fundación. «Los árboles se secan por distintos factores, como el hongo fitóctora. En Extremadura ya son 5.000 puntos de afección. En la zona de Salamanca hay varios miles de puntos localizados con esta enfermedad, que causa un deterioro del ecosistema», indica Carlos Sánchez.
Quince años después de su creación, el presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre hace balance: «Hemos aumentado la superficie de gestión, de colaboraciones, de reservas propias y de proyectos de conservación de especies en peligro de extinción. Estamos trabajando desde el origen con la cigüeña negra, con el buitre negro, con la recuperación de especies como el águila imperial o el búho real». El Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, en la categoría de Actuaciones en España, es un espaldarazo a la política de custodia del territorio.