Los archivos tienen la palabra en las dos nuevas exposiciones que acaban de inaugurarse en el Museu Picasso de Barcelona. Y esto pasa de la mano de los legados de dos personas cercanas al genio malagueño: su secretario Jaume Sabartés y su editor Gustavo Gili. Sus archivos son joyas en los fondos documentales del centro y ahora son accesibles a todo el mundo gracias a estas muestras que permiten conocer aspectos desconocidos u olvidados de Picasso.
Este año se cumplen cincuenta de la muerte de Sabartés, el tiempo que debía pasar para que se abriera al público su archivo formado esencialmente por la larga y extraordinaria correspondencia que mantuvo con Picasso. Ese material es la piedra angular de una muestra en la que también pueden verse los retratos que el malagueño dedicó a su amigo, así como varios documentos personales procedentes de los archivos de los herederos del padre de «Las señoritas de Aviñón». Según la comisaria de la exposición, Claustre Cortadella, «queremos reivindicar a Sabartés por él mismo. Es una historia de Barcelona que comienza en 1899, cuando los dos se conocen, y acaba con la inauguración de este museo a partir de la colección personal de Sabartés». Las cartas nos presentan al que fuera secretario como alguien fiel al artista. En una carta llama al malagueño «querido Picasso, querido amigo, querido jefe», toda una declaración de intenciones.
En 2014, el Museu Picasso adquirió los fondos picassianos de Anna Maria Torra y Gustau Gili Esteve, los responsables de la Editorial Gustavo Gili, sello en el que Picasso publicó, en la línea editorial bibliófila Ediciones de la Cometa, dos de sus obras cumbres: «La Tauromaquia» y «El entierro del conde de Orgaz». Para la comisaria de la muestra, Claustre Rafart, «el libro es aquí el gran protagonista», recordando que Picasso y su esposa Jacqueline eran grandes lectores y que conservaron hasta el final de sus vidas la amistad con los Gili.
La exposición enseña las muchas dedicatorias y dibujos con los que el pintor obsequió a sus amigos, en su mayoría inéditos. Igualmente pueden verse las planchas de cobre en las que Picasso estampó las imágenes de «La Tauromaquia o Arte de torear», su personal lectura del tratado taurino firmado por el diestro Pepe Illo.
Para el director del Museu Picasso, Emmanuel Guigon, estas exposiciones permiten que el visitante conozca «muchas pequeñas historias dentro de una gran historia», además de rescatar la voz de Sabartés y de los Gili.
Y es que esta exposición abre nuevos caminos para los investigadores, historias que merecen la pena ser rescatadas del silencio en el que han vivido, como la nostalgia de Picasso por no poder volver a Barcelona tras el final de la Guerra Civil. Un recorrido que merece ser visitado.
