En las últimas semanas se ha popularizado un meme en forma de reto (los denominados challenge): el Falling Stars Challenge. Este desafío consiste en simular el instante después de una caída en insólitas circunstancias y generalmente rodeado de tus bienes más preciados, o más caros. El reto comenzó a popularizarse en redes y a expandirse entre influencers y famosos.
Así muchas personas comenzaron a ironizar con su riqueza en imágenes en las que simulaban haber tropezado. En todas las fotografías podemos observar una misma composición formal: un plano en el que vemos bocabajo a una persona y todas sus pertenencias esparcidas por el suelo en un extraño orden.
Solo en Instagram y bajo la hashtag #FallingStarsChallenge ya hay más de 40 mil publicaciones en las que personas sin problemas para llegar a fin de mes de todo simulan sus caídas al salir de sus yates o coches privados, rodeados de todo tipo de objetos que demuestran su capacidad adquisitiva: billetes, zapatos, bolsas de firmas de lujo, relojes o botellas de champán. El reto se ha hecho especialmente popular en países como China o Rusia.
El mecanismo para viralizarse no parece muy novedoso: personas con recursos hacen gala de sus posesiones. Bajo esa misma lógica funciona "¿Quién vive ahí?", donde conocemos las lujosas casas de personas que decidan presumir de las mismas. E incluso "Mi casa es la tuya" de Bertín Osborne: vemos 'de cerca' lo que para muchos está 'muy lejos'. Enseñarnos la vida que nunca podremos tener. Es algo muy propio de los tiempos que vivimos: presumir de la vida tan guay que llevamos.
Sin embargo, casi nunca el hecho de que un contenido se viralice responde a una única razón. Hacen falta varios elementos y casi nunca éstos han sido orquestados. Confluyen y dan como resultado memes, virales, etc. De hecho, en el Falling Stars Challenge hay más razones que explican porqué se ha viralizado.
Juego y participación
La mayoría de los Challenge proponen un juego que consiste en generar contenidos y compartirlos siguiendo las reglas estilíticas y formales del mismo. El juego moviliza la participación. Los Challenge no suelen plantear retos complicados. Tampoco sencillos: cualquiera que quiera realizarlos sabe que obtendrá como recompensa formar parte de la cadena de participación que genera el propio juego. Si miramos dos de los más recientes, el Dele Alli Challenge o el Matilda Challenge, ambos comparten ese mecanismo: te piden sumarte a algo que requiere de una cierta movilización (de tiempo o de recursos).
Teatralización
Ninguno de estos virales funciona si no es a través de un dispositivo narrativo que obliga a teatralizar o performativizar una escena cotidiana. Se trata de hacer una hipérbole de nuestra vida diaria en la que claramente estamos consumiendo una ficción con producción low-cost.
Adaptabilidad
Para conseguir que algo se viralice es imposible que solamente lo usen influencers y celebrities. Estas personas serán quiénes multipliquen el impacto pero no son esenciales para la creación de un meme: la clave es que participen otras muchas personas y que plantee un juego lo suficientemente abierto como para adaptarlo al contexto propio.
Esto, en el caso del Falling Starts Challenge, supone que muchas de las personas que deciden sumarse al juego podrán aportar su propia versión y por tanto podrán hacer un comentario crítico o irónico sobre lo que se supone que es el meme original. Así, podemos ver muchas fotografías que se han publicado a modo de burla y caricatura. Jóvenes que aparecen en el suelo rodeados de paquetes de papel higiénico, bolsas de la compra, cajas de cereales y pañales, y que añaden al meme un retrato más variado de la sociedad actual.
Un meme o un viral nunca son objetos homogéneos. Cuando un contenido se viraliza generalmente hay muchas más capas de las que parecen evidentes. Y es que lo popular es así: complejo, memético, contradictorio, heterogéneo.